Como de costumbre, los judíos hicieron todo lo posible para crearle problemas a Pablo. Es probable que fuera cuando Galión acababa de hacerse cargo como procónsul cuando los judíos intentaron obligarle a actuar contra los cristianos, tratando de influenciarle antes de que se instalara del todo. Galión era famoso por su amabilidad. Séneca, su hermano, dijo de él: «Hasta los que quieren a mi hermano Galión a- más no poder, no le quieren bastante.» Y también: «Nadie ha sido nunca tan bueno con nadie como Galión lo es con todo el mundo.» Los judíos querían aprovecharse de Galión, pero él era un romano imparcial. Se daba cuenta de que Pablo y sus amigos no habían cometido ningún delito, y de que los judíos estaban tratando de utilizarle a él para sus fines. A los lados de la mesa del tribunal estaban los guardias armados de porras, y Galión les dio orden de desalojar la sala. La versión Reina-Valera traduce el final del versículo 17: «…a Galión nada se le daba de ello», que se suele tomar como que no mostró ningún interés; pero su verdadero sentido es que era absolutamente imparcial y se negaba a que le influenciaran.
En este pasaje vemos el valor indiscutible de una vida cristiana. Galión sabía que Pablo y sus amigos eran sin tacha. El que quiera saber algo más del cordobés Galión, puede encontrar una semblanza interesante, simpática y bien documentada en el artículo de Luis de Usoz y Río, incluido en la Antología de sus obras que publicó Pleroma en 1986, titulado « Un Español en la Biblia y lo que puede enseñarnos».
La vuelta a Antioquía
Pablo se quedó todavía en Corinto por un tiempo considerable, pasado el cual se despidió de los miembros de la comunidad cristiana y se embarcó en dirección a Siria en compañía de Priscila y Aquila. Al llegar a Cencreas se cortó el pelo, porque había hecho voto de nazareo. Cuando llegaron a Éfeso, los dejó y fue solo a la sinagoga a hablar con los judíos. Le pidieron que se quedara más tiempo con ellos, pero él dijo que no, aunque al despedirse añadió: -Ya volveré otra vez por aquí, si Dios quiere. Y se marchó de Éfeso en barco. Desembarcó en Cesarea, y de allí subió a Jerusalén, a saludar a la congregación. Luego bajó a Antioquía. Y después de pasar allí algún tiempo, hizo otro viaje recorriendo sistemáticamente las regiones de Galacia y de Frigia para confirmar en la fe a los creyentes.
Pablo volvió al punto de partida. Empezó su recorrido en Cencreas, el puerto de Corinto, desde donde fue a Éfeso. Luego fue a Cesarea, desde donde se dirigió a Jerusalén para saludar a la congregación, lo que quiere decir que iría a ver a los responsables de la iglesia de Jerusalén; después volvió a su punto de partida, que había sido Antioquía.
En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había cumplido un voto. Cuando un judío quería dar gracias a Dios por alguna bendición, hacía el voto de nazareo (Números 6:1-21). Si cumplía ese voto del todo, no comía carne ni bebía vino y se dejaba crecer el pelo treinta días, al final de los cuales hacía ciertas ofrendas en el Templo, se afeitaba la cabeza y quemaba el pelo en el altar como ofrenda a Dios. Sin duda Pablo estaba pensando en la bondad de Dios para con él en Corinto, y había hecho el voto para mostrarle su gratitud.
El tercer viaje misionero
La historia del tercer viaje misionero de Pablo empieza en Hechos 18:23. Lo primero fue ir por Galacia y Frigia confirmando a los hermanos. Luego pasó a Éfeso, donde se quedó casi tres años. De allí volvió a Macedonia; luego cruzó a Tróade y continuó hacia Mileto, Tiro, Cesarea y Jerusalén.
Apolos entra en escena