(ii) En el viaje de vuelta Pablo nombró ancianos responsables en todos los grupitos de nuevos cristianos. Así les mostró que estaba convencido de que el Evangelio hay que vivirlo en comunión. Como dijo uno de los hombres de Dios de la Iglesia Primitiva, < no se puede tener a Dios por Padre si no se tiene a la Iglesia por madre.» Y John Wesley decía: «Nadie puede ir al Cielo en solitario; tiene que encontrar amigos o hacérselos.» Desde el principio Pablo se proponía, no hacer cristianos individuales, sino incorporarlos en la comunión de la iglesia.
(iii) Pablo y Bernabé no pensaban que eran ellos los que habían hecho nada, sino Dios obrando con ellos. Se consideraban simplemente colaboradores de Dios. Después de la gran victoria de Agincourt, Enrique V de Inglaterra prohibió que se hicieran canciones de victoria y mandó que se diera a Dios toda la gloria. Para empezar a entender como es debido la obra del Señor tenemos que darnos cuenta de que no somos más que instrumentos, herramientas en las manos de Dios.
El problema crucial
La entrada de los gentiles en la Iglesia trajo un problema que había que resolver. El trasfondo mental de los judíos estaba basado en el hecho de pertenecer al pueblo escogido. De hecho, no sólo creían que los judíos eran propiedad particular de Dios, sino también que Dios era propiedad particular de los judíos. El problema que se planteaba era: Antes de que un gentil fuera admitido en la Iglesia Cristiana, ¿tenía que ser circuncidado y someterse a la Ley de Moisés? En otras palabras: ¿Tenía un gentil que hacerse judío para poder ser cristiano? ¿0 podía ser admitido en la Iglesia como gentil?
Si se resolvía esa cuestión, todavía quedaba otra: Los judíos estrictos no podían tener ningún trato con los gentiles, ni hospedarlos ni ser sus huéspedes. En la medida de lo posible evitaban hasta tener una relación comercial con ellos. Entonces, si los gentiles eran admitidos en la Iglesia, ¿hasta qué punto podían los judíos y los gentiles participar juntos en la vida social ordinaria de la Iglesia?
Estos eran los problemas que había que resolver, y la solución no era fácil. Pero la Iglesia acabó por tomar la decisión de que no debía haber diferencias entre judíos y gentiles. El capítulo 15 de Hechos nos cuenta cómo se llegó a las decisiones del Concilio de Jerusalén que fueron el reconocimiento de la libertad de los gentiles.
2 comentarios
Irisbelia Otero
Amén
Yariam Martinez
Gracias,lo leeré .Que tengas un hermoso diadía.