Aunque nos parezca extraño, este argumento comporta la gran verdad de que lo que hace una persona revierte en sus descendientes. Si comete algún pecado, puede transmitir a sus descendientes la tendencia o alguna debilidad física que es su consecuencia. Si adquiere un carácter noble, transmite una buena herencia a sus sucesores. Leví, según este argumento, recibió el efecto de lo que había hecho Abraham. Ahí subyace, entre las aparentes fantasías del razonamiento rabínico, la verdad de que ninguna persona vive para sí sola, sino que transmite algo de sí misma a los que la siguen.
El nuevo sacerdote y el nuevo camino
Entonces, si se hubiera podido lograr el efecto deseado por medio del sacerdocio levítico porque fue sobre la base de ese sacerdocio como Israel llegó a ser el pueblo de la Ley-, ¿qué necesidad habría habido de establecer otro sacerdocio, y llamarle de la orden de Melquisedec, en vez dé de la orden de Aarón? Una vez que se alteraba el sacerdocio, se seguía por necesidad el alterar también la ley; porque la Persona a la que se hace referencia pertenece a una tribu totalmente diferente, de la que nadie estuvo nunca al servicio del altar. Es obvio que fue de la tribu de Judá de la que surgió nuestro Señor; y Moisés no dijo nunca nada de esa tribu en relación con el sacerdocio. Y hay cosas que están todavía más indiscutiblemente claras: si se instaura un Sacerdote diferente, un Sacerdote de la orden de Melquisedec, un Sacerdote que llegó a serlo, no según la ley de la mera descendencia humana, sino según el poder de una vida que es indestructible porque el testimonio de la Escritura en relación con este punto es: «Tú eres Sacerdote para siempre de la orden de Melquisedec»-, si así están las cosas, surgen dos conclusiones: Por una parte, se presenta la abrogación del anterior mandamiento por su propia insuficiencia e inutilidad (porque la Ley no consiguió nunca producir el efecto para el que se había promulgado) y, por otra parte, se presenta la introducción de una esperanza mejor por medio de la cual podemos acercarnos a Dios.
Al leer este pasaje tenemos que recordar la idea básica de la religión que nunca se le va de la mente al autor de Hebreos: para él, religión es acceso a la presencia de Dios como amigos, sin ningún impedimento. La antigua religión judía estaba diseñada para producir esa relación de dos maneras. Primera, por la obediencia a la Ley; el que cumplía la Ley era amigo de Dios.
Segunda, se reconocía que esa obediencia perfecta estaba fuera de las posibilidades de cualquier persona; y ahí entraba el sistema sacrificial. Cuando una persona era culpable de haber quebrantado la Ley, se suponía que el sacrificio correspondiente remediaba esa ruptura. Cuando el autor de Hebreos dice que el pueblo de Israel llegó a ser el pueblo de la Ley sobre la base del sacerdocio levítico, quiere decir que sin los sacrificios levíticos que expiaban los pecados la Ley habría sido totalmente imposible. Pero, de hecho, estaba demostrado que el sistema levítico sacrificial era incapaz de restablecer la relación con Dios que el hombre había perdido. Así es que se necesitaba un nuevo sistema: el de la orden de Melquisedec.
Dice que ese sacerdocio difiere del antiguo en que no depende en absoluto de la estructura humana -carnal sería la palabra original-,sino del poder de una vida que es indestructible. Lo que quiere decir es que cada una de las reglas que regían el antiguo sistema tenía que ver con el cuerpo físico del sacerdote. Para serlo, tenía que ser descendiente directo de Aarón. Luego había ciento cuarenta y dos defectos físicos que le descalificarían si tuviera alguno de ellos. Algunos se detallan en Levítico 21:16-23. La ceremonia de ordenación se perfila en Levítico 8.
(i) Se le bañaba en agua para quedar ritualmente limpio.
(ii) Se le vestía con los cuatro artículos sacerdotales (los calzones de lino, la túnica tejida de una pieza, la tiara y el cinto).
(iii) Se le ungía con óleo.
(iv) Se le ponía en el lóbulo de la oreja derecha, en el dedo pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho, sangre de ciertos sacrificios que se habían hecho. Cada detalle afectaba al cuerpo del sacerdote.