Hebreos 11: La fe de la ofrenda aceptable

(iv) Estos hombres podían seguir adelante porque los atraía lo que estaba todavía más allá. El que quiere ver mundo se siente atraído por los países que no conoce. A1 gran artista o compositor le impulsa la idea de una interpretación o una producción como nunca se ha hecho, y se pregunta si lo logrará. Stevenson nos cuenta que un viejo vaquero que pasaba todos los días limpiando la basura de los establos. Alguien le preguntó si no se cansaba nunca de hacer siempre lo mismo, y él respondió: « El que tiene algo más allá no tiene por qué cansarse.» Los patriarcas tenían algo más allá… y nosotros también.

(v) Como estos hombres eran como eran, Dios no se avergonzaba de que Le llamaran su Dios. Por encima de todo, Dios es el Dios del noble aventurero. Le encantan los que están dispuestos a aventurarse por Su Nombre. El prudente comodón es lo opuesto del hombre de Dios. El que se lanza a lo desconocido y sigue adelante llegará a Dios al final.

El sacrificio supremo

Fue por su fe por lo que Abraham estuvo dispuesto a ofrecer en sacrificio a Isaac cuando Dios le puso a prueba. Estaba dispuesto a ofrecer en sacrificio hasta a su hijo único, aunque se le había dicho: «Será por la línea de Isaac por la que tendrás descendencia. » Estuvo dispuesto a hacer aquello porque consideraba que Dios podía devolverle a su hijo. Yasí fue como le recibió otra vez, lo que es una parábola de la Resurrección.

La historia de Isaac, que se nos cuenta en Génesis 22:1-18, es el relato sumamente dramático de cómo Abraham asumió la prueba suprema de que se le demandara la vida de su único hijo. En cierto sentido esta historia ha caído en descrédito. Se la excluye de programas de educación cristiana porque se considera que enseña algo inaceptable de Dios. O se mantiene que todo sucedió solamente para que Abraham aprendiera que Dios no quiere sacrificios humanos. No cabe duda de que eso es verdad; pero, si queremos ver esta historia en toda su grandeza y como la vio el autor de Hebreos, tenemos que tomarla en su valor facial. Fue la respuesta de un hombre al que se pidió que Le ofreciera a Dios a su propio hijo.

(i) Esta historia nos enseña que debemos estar dispuestos a sacrificar lo que nos es más querido por nuestra fidelidad a Dios. Ha habido muchos que le han sacrificado la carrera a lo que consideraban que era la voluntad de Dios. J. P. Struthers era pastor de la Iglesia Reformada Presbiteriana en Greenock, una congregación pequeña que, no es ni falso ni descortés decir, tenía un gran pasado pero no tenía futuro. Si hubiera estado dispuesto a dejar la iglesia de sus padres, hubiera podido escoger el mejor púlpito del país, con las más considerables ventajas económicas; pero lo sacrificó todo por lo que consideraba su fidelidad a la voluntad de Dios. A veces uno tiene que sacrificar sus relaciones personales. Puede que se sienta llamado por Dios a una tarea en una esfera difícil y en un lugar poco atractivo, y tal vez su novia no está dispuesta a arrostrarlo con él. Él tiene que escoger entre lo que cree la voluntad de Dios y unas relaciones que significan mucho para él. Cuando Bunyan estaba en la cárcel, le preocupaba lo que sería de su familia si le ejecutaban. Especialmente, no le dejaba el recuerdo de su hijita ciega, a la que quería tanto. « ¡Oh! -decía-, me veía en aquellas circunstancias como un hombre que tuviera que derribar su propia casa sobre las cabezas de su mujer y de sus hijos; y creía que tenía que hacerlo, que tenía que hacerlo.» Abraham era un hombre que estaba dispuesto a sacrificarle a Dios hasta lo que le era más querido. Esto sucedía una y otra vez en la Iglesia Primitiva. En una familia, uno de los miembros se hacía cristiano y los otros no; los hijos se convertían a Cristo, y los padres no. La espada descendía sobre aquella casa; y, a menos que hubiera habido personas que amaban a Cristo más que a todo lo demás, hoy no existiría la Iglesia. Dios debe ocupar el primer puesto en nuestras vidas, o no estará en ellas. Se cuenta de dos niños a los que dieron como regalo un arca de Noé de juguete. Habían oído contar la historia del Antiguo Testamento, y decidieron que ellos también querían hacer un sacrificio. Pasaron revista a los animales del arca de juguete, y por último se decidieron por una oveja que tenía una pata rota. Lo único que estaban dispuestos a darle a Dios era un juguete roto que no les importaba. Así es como mucha gente está dispuesta a sacrificarle algo a Dios; pero sólo lo más querido y lo mejor es bastante bueno para dárselo a Él.

(ii) Abraham es el modelo del que acepta lo que no puede entender. Dios le hizo aquella demanda incomprensible. Dios le había prometido que, por medio de Isaac, sus descendientes se multiplicarían hasta llegar a ser una nación poderosa por la que vendría bendición a todas las demás. El cumplimiento de la promesa dependía de la vida de Isaac; y parecía que Dios quería acabar con esa vida. Como dijo Crisóstomo: «Las cosas de Dios parecían luchar con las cosas de Dios, y la fe luchar con la fe, y el mandamiento luchar con la promesa.» A todos nos llega alguna vez algo que parece que no tiene razón de ser y que desafía toda explicación. Es entonces cuando uno pelea la batalla más difícil: el aceptar lo que no puede entender. Entonces a uno no le queda más que obedecer, y decir: « ¡Dios, Tú eres amor! En eso afianzo mi fe.»

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