No podemos pensar en Enoc sin considerar las diferentes actitudes que hay sobre la muerte. La tersa serenidad del pasaje del Antiguo Testamento, tan sencillo y conmovedor, señala hacia la actitud cristiana.
(i) Hay algunos que piensan en la muerte como algo misterioso e inexplicable. Bacon decía: « A muchos les da miedo la muerte, como a los niños la oscuridad.» Para algunos es algo terrible y desconocido que inspira lo que llamaba Hamlet « el temor de lo que pueda haber después de la muerte.»
(ii) Hay quienes ven la muerte sólo como lo más inevitable de ía vida. Como dice Quevedo en la segunda parte de un famoso soneto: Todo corto momento es paso largo que doy a mi pesar en tal jornada, pues parado y durmiendo siempre aguijo. Breve suspiro, y último, y amargo, es la muerte forzada y heredada; mas, si es ley y no pena, ¿qué me aflijo? La muerte es inevitable, y no se gana nada luchando contra ella. Lo mejor que uno puede hacer es aceptarla y rendirse.
(iii) Muchos han visto la muerte como la liberación. Keats dijo que había estado «medio enamorado de la liberadora muerte.» Shakespeare dice en uno de sus sonetos: «Cansado de todo esto clamo por el reposo de la muerte.» Y Nicholas Rowe: «La muerte es el privilegio de la naturaleza humana.» Los estoicos mantenían que los dioses habían dado a los humanos el don de la vida, y el derecho aún más grande de quitársela cuando se convertía en una carga insoportable. Hay algunos para los que la muerte es un bien, porque es el final de una vida que les resulta insoportable.
(iv) Algunos ven en la muerte una transición -no un final, sino una etapa del camino; no una puerta que se cierra, sino una que se abre. Longfellow dijo poéticamente: «Esta vida de aliento mortal es sólo un suburbio del Cielo, cuyo portal llamamos muerte.» Y George Meredith escribió que, cuando le salió al paso la muerte, vio al otro lado el amanecer. Para éstos la muerte ha sido siempre una invitación a subir más arriba, a cruzar de las tinieblas al amanecer.
(v) Algunos han visto la muerte como una aventura. Como Barrie, el creador de Peter Pan, le hizo decir a su personaje: «Morir será una aventura estupenda.» Charles Frohman, que tan bien conociera a Barrie, se hundió con el Lusitania en el desastre del 7 de mayo de 1915. Sus últimas palabras fueron: « ¿Por qué temer la muerte? Es la mejor aventura de la vida.» Un antiguo pensador, cuando estaba muriendo, se volvió hacia sus amigos y les dijo: «¿Os dais cuenta de que dentro de una o dos horas voy a saber todas las respuestas que hemos estado buscando toda la vida?» Para los tales la muerte es la aventura del descubrimiento supremo.
(vi) Por encima de todo, hay algunos que, como Enoc, han visto la muerte como la entrada en la más íntima presencia con Aquel con Quien han vivido siempre. Si hemos vivido con Cristo, moriremos con la seguridad de que vamos a estar para siempre con nuestro Señor.
En este pasaje, el autor de Hebreos establece además los dos hechos fundamentales de la fe cristiana.
(i) Tenemos que creer en Dios. No puede haber tal cosa como una religión sin esa fe. La religión empezó cuando los seres humanos se dieron cuenta de que existe Dios, y cesa cuando viven una vida en la que no se Le tiene en cuenta.
(ii) Tenemos que creer que Dios tiene interés en nosotros. El autor de Hebreos lo expresa diciendo que Dios recompensa a los que Le buscan insistentemente.