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Grano de oro

Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando apareció a lo lejos como un sueño magnífico, tu carro de oro. Y, yo me preguntaba maravillado, quién sería aquel Rey de reyes.

Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días amargos habían acabado. Me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.

La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida había llegado al fin. De pronto,me tendiste tu diestra diciéndome:

—¿Puedes darme alguna cosa?.

¡Qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué -molesto y mezquino- despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di.

Qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Amargamente lloré por no haber tenido corazón para dártelo todo!

Rabindranath Tagore

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