Si tenemos conflictos con los hermanos o con los suegros, vale la pena ir, conversar y tomar las medidas necesarias para buscar la reconciliación inmediata.
(1) Jacob teme el encuentro con su hermano Esaú.
El mayor obstáculo ahora en hacer concreto el regreso a Canaán es Esaú. En este tiempo, Esaú se había trasladado a la región de Seir, territorio al sudeste del mar Muerto, donde se une con los horeos y forma una unidad políticoétnica importante: Edom. Jacob no estaba seguro de la reacción de Esaú de quien había huido 20 años antes ante la amenaza de muerte de éste. Por ello, Jacob se prepara muy bien para intentar el reencuentro con Esaú. La primera preparación es de orden espiritual. Al continuar su camino, y posiblemente en respuesta a la oración de Jacob a Dios, unos ángeles divididos en dos grupos o campamentos salen al encuentro de Jacob. Esta experiencia indica la presencia protectora de Dios. Encuentros con la divinidad son frecuentes en las experiencias de hombres escogidos antes de iniciar importantes misiones en cumplimiento al propósito divino. Jacob fija la experiencia nombrando memorialmente al lugar y se siente fortalecido, protegido y animado a seguir adelante. Más tarde usa esta experiencia como modelo de estrategia de protección. La segunda acción preparatoria es la de enviar mensajeros a Esaú. Con esto él busca adelantarse a la reacción de Esaú y prevenir cualquier intento destructivo. La diplomacia de Jacob se inicia al ver en la forma que indica que se exprese su relación con Esaú: Siervo, lleno de riquezas (no sería carga a Esaú) y buscando hallar gracia. Es decir, sin reclamar mérito o deuda.
Y le salieron al encuentro unos ángeles de Dios. Después de hacer la paz con su suegro Jacob siguió su camino. No sabemos cuánta distancia había recorrido cuando le salen al encuentro estos seres celestiales. El texto no nos dice con claridad la función que vinieron para cumplir, pero su presencia conduce a Jacob a reafirmar cuando menos tres cosas:
(1) Que la victoria que acababa de celebrar en las relaciones con su suegro se debió a la intervención del Señor.
(2) Que mientras iba por el camino, en obediencia a la orden dada por Jehová , el Señor iba cuidándolo paso a paso.
(3) Que de esa manera recibía una «alegre bienvenida» al volver a su tierra. Recordemos que cuando salió para PadamAram unos ángeles lo despidieron, ¿no serían los mismos que ahora le daban la bienvenida? Solamente aquellos que han estado lejos de su patria o de la tierra donde nacieron pueden comprender el gozo inefable que se siente, la noche anterior, a estar de nuevo en su terruño.
El informe de los mensajeros que regresan dan una indicación a Jacob del peligro que significa el encuentro con Esaú. Este responde al informe de la venida de Jacob adelantándose a dicho encuentro. Y seguramente después de informarse del tamaño del grupo humano que viene, escoge una escolta de 400 hombres, suficiente para convencer a Jacob que corre peligro de aniquilación. Para Jacob hubiera sido fácil volver hacia Harán o mantenerse suficientemente alejado de Esaú. Pero aunque ello significaría la seguridad de sobrevivencia, sería renunciar a la bendición del pacto y la promesa patriarcal. Fiel a este pacto, Jacob apela a recursos extraordinarios para vencer una de las muchas y grandes dificultades en su vida patriarcal. Y en su fidelidad y riqueza de recursos radica la grandeza de este hombre. Y a pesar del temor y de la angustia, Jacob toma la firme decisión de enfrentarse con Esaú y continuar hacia Canaán. El temor y la angustia parecen ser comunes en los hombres de Dios al enfrentar los grandes desafíos. A Josué Dios le exhorta a no temer ni desmayar al enfrentar el desafío de la conquista. Jesús se angustia antes de enfrentar la cruz.
Para enfrentar este encuentro Jacob apela a estos recursos: Primero, divide su gente y su ganado en dos campamentos, imitando la aparición de los ángeles en Majanaim. Así, en el evento de un ataque, un campamento podría escapar y librarse.
Segundo, acude a la oración, la que presenta varios elementos: Una invocación donde identifica a Dios como el Dios Patriarcal (de los padres), del pacto y sus promesas. Y como Jehová , el Dios de su experiencia personal en Betel y en Harán. Aquí se combina el Dios recibido de la transmisión paterna con el Dios de la experiencia personal. Ambos son imprescindibles en la vida del creyente. Luego recuerda a Dios que su regreso a Canaán, el que está causando esta situación de peligro, se debe a su obediencia a la orden de Dios y a la promesa de prosperidad. También hay una confesión: Su prosperidad actual se debe no a sus méritos sino exclusivamente a las misericordias y fidelidad de Dios para con él. La iniciativa fue de Dios que por su gracia obró un cambio en la condición de Jacob: De la pobreza y desamparo ahora posee dos campamentos. Sólo el propósito de Dios permitió a Jacob lograr lo que tenía. Por último, una petición clara y directa: Líbrame… de la mano… de Esaú. El peligro concreto era la destrucción de la descendencia. Esta acción le afectaría directamente en su instrumentalidad en el plan de Dios. Esta oración demuestra el recurso más importante en la vida de Jacob: su relación personal con Dios, su dependencia y confianza en él.