Gén 8:1 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas.
Y se acordó Dios es una expresión de la fidelidad divina.
Gén 8:2 Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida.
Gén 8:3 Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra; y se retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días.
Gén 8:4 Y reposó el arca en el mes séptimo, a los diecisiete días del mes, sobre los montes de Ararat.
Gén 8:5 Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo; en el décimo, al primero del mes, se descubrieron las cimas de los montes.
Durante el período de 110 días, los vientos hicieron que las aguas comenzaran a decrecer. Exactamente cinco meses después que comenzó el diluvio, el nivel de las aguas había descendido 15 codos (por los menos 7 m) por debajo de las más elevadas montañas y el arca reposaba sobre los montes de Ararat . Esto indica que descansó sobre un pico no identificado de la cadena montañosa en la región de Ararat; al este de la moderna Turquía, el sur de Rusia y el noroccidente de Irán. Tomó más de dos meses para que con el retroceso gradual de las aguas quedaran al descubierto las cimas de los montes
Gén 8:6 Sucedió que al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho,
Gén 8:7 y envió un cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra.
Gén 8:8 Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra.
Gén 8:9 Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca.
Gén 8:10 Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca.
Gén 8:11 Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra.
Una hoja de olivo : Puede florecer rápidamente y es un símbolo de fertilidad.
Gén 8:12 Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él.
Las aves fueron utilizadas por Dios para informar a Noé de las condiciones que prevalecían fuera del arca.
Gén 8:13 Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca.
Noé estuvo más de un año en el arca.
Gén 8:14 Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra.
Gén 8:15 Entonces habló Dios a Noé, diciendo:
Gén 8:16 Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo.
De vez en cuando Noé enviaba un ave para ver si la tierra estaba seca, pero no salió del arca hasta que Dios se lo mandó. Estaba esperando el momento que Dios señalaría. Dios sabía que aun después de que el agua se hubiera retirado, la tierra no iba a estar seca como para que Noé y su familia pudieran salir. ¡Cuánta paciencia mostró Noé, especialmente después de pasar un año entero dentro de su arca! Nosotros, como Noé, debemos confiar en que Dios nos dará paciencia en los momentos difíciles en que debemos esperar.
Gén 8:17 Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra.
Gén 8:18 Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él.
Gén 8:19 Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca.
Grupos de animales con características biológicas similares. No hay indicaciones de su reproducción durante el diluvio.
Gén 8:20 Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
El primer «pacto» aparece con Noé, La Sangre. Antes de Noé el concepto de pacto sólo puede ser inferido en la Biblia. El uso del término «pacto» aparece por vez primera cuando se relata la relación de Dios con Noé (6.18; 9.9). El pacto se establece mediante su ofrenda de sacrificio después del diluvio. En gratitud por su liberación, Noé construyó un altar y ofreció sacrificios de sangre. No hay ningún mandamiento específico que exija a Noé ofrecer sacrificios de sangre, lo cual claramente sugiere que ya se había establecido un precedente que databa desde Abel hasta las lecciones en el huerto del Edén, donde se requirió de un sacrificio de sangre para vestir a Adán y Eva. El sacrificio de Noé agradó a Dios, y él respondió ofreciendo un pacto para no volver a destruir la creación mediante un diluvio. Esta es la primera ocasión en la historia bíblica cuando el término «pacto» se aplica a la relación entre Dios y un individuo, así como a sus descendientes; y que se establece como un pacto de sangre.
Gén 8:21 Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.
No volveré más a maldecir la tierra significa que Dios no añadirá nada a la maldición de 3.17. Esta parece ser la mejor interpretación. La misericordia de Dios se manifiesta aquí a pesar de que sabe que el diluvio no cambiará el corazón humano, que siempre será malo desde de su juventud .
Gén 8:22 Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
Dios estableció el principio de la semilla y la ley de la siembra y la cosecha, Semilla de Fe. Los primeros actos de Noé luego del diluvio fueron construir un altar y ofrecer sacrificios al Señor. Ello le agradó a Dios, quien hizo promesas a la familia humana por medio de la fe de Noé. También instituyó la ley de la siembra y la cosecha : «Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega…»
Cuando Dios creó la primera cosa viviente, le dio la habilidad de crecer y multiplicarse. ¿Cómo? Mediante la semilla. Su vida comenzó por el principio de la semilla. Cada acto de su vida, desde su nacimiento, ha operado por el principio de la sementera que continuamente brota de las semillas buenas y malas que usted ha sembrado. Ello sucede esté o no consciente de las semillas que ha sembrado. El principio se mantiene hoy día. Para realizar nuestro potencial, vencer los problemas de la vida, verla fructificar, multiplicada y provista de abundancia (es decir, de salud, prosperidad, renovación espiritual, en la familia o el propio ser), debe tomar la decisión de seguir la ley divina de la siembra y la cosecha. Siembre la semilla de su promesa en el terreno de su necesidad.
En incontables ocasiones en la Biblia vemos a Dios mostrando su amor y paciencia hacia los seres humanos para salvarlos. Aun cuando Dios se percata de que la gente se «inclina» hacia el mal, continúa intentando rescatarla. Cuando pecamos o cuando nos apartamos de Dios, sin duda merecemos ser destruidos. Pero Dios ha prometido que nunca más destruirá toda la tierra hasta el día en que Jesucristo regrese para destruir para siempre el mal. Ahora cada uno de los cambios de estaciones son un recordatorio de esta promesa.
Noé
La historia de Noé no incluye sólo una sino dos grandes y trágicas inundaciones. El mundo en los días de Noé estaba inundado de maldad. El número de los que recordaban al Dios de la creación, de la perfección y del amor se había reducido a uno. Del pueblo de Dios, sólo quedaba Noé. La respuesta de Dios a esta severa situación fue una última oportunidad que duró ciento veinte años, durante la cual hizo que Noé construyera un arca y presentara así una lección objetiva del importante mensaje que proclamaba. ¡Nada llama la atención como construir un gran barco en tierra seca! Para Noé, la obediencia significó comprometerse en un proyecto a largo plazo.
Muchos de nosotros tenemos problemas para perseverar en cualquier proyecto, ya sea que Dios lo dirija o no. Es interesante que la duración de la obediencia de Noé fue superior a la expectativa de vida actual. Nuestro único proyecto a largo plazo comparable con aquel es nuestra propia vida. Pero quizá este sea uno de los grandes retos que nos dejó la vida de Noé: vivir, bajo la aceptación de la gracia de Dios, una vida entera de obediencia y gratitud.
Noé fue: el único seguidor de Dios que quedaba en su generación, el segundo padre de la raza humana, hombre de paciencia, constancia y obediencia, el primer más grande constructor de barcos de la historia. No obstante: se embriagó y se rebajó moralmente ante sus hijos. De su vida aprendemos que: Dios es fiel con los que le obedecen, que Dios no siempre nos protege de los problemas, pero se ocupa de nosotros a pesar de ellos, que la obediencia es un compromiso a largo plazo, que un hombre puede ser fiel, pero su naturaleza pecaminosa permanece en él.