Génesis 6: Arrepentimiento de Dios

Gén 6:20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida.

Gén 6:21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos.

El meter en el arca de todo lo que vive y de todo alimento, así como el sustento que necesitaban, obviamente requirió milagros bajo el control soberano de Dios

Gén 6:22 Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.

La obediencia de Noé es un modelo patriarcal de la obra conjunta de Dios y los seres humanos para hacer avanzar los propósitos de su reino sobre la tierra. Noé puso manos a la obra tan pronto como Dios le dijo que construyera el arca. A las demás gentes se avisó del inminente desastre (1Pe_3:20), pero aparentemente no esperaban que sucediera. Las cosas no han cambiado mucho. Cada día a cientos de personas se les advierte del juicio inevitable de Dios, y aún así la mayoría no cree que esto pueda suceder. No espere que la gente acepte de buen grado el mensaje de que el Señor vendrá a castigar el pecado. Los que no creen en Dios dirán que es imposible, y tratarán de que usted niegue a Dios. Pero recuerde que Dios le prometió a Noé protegerlo. Esto puede animarnos a confiar en que Dios nos librará del juicio que ciertamente vendrá.

Caín

A pesar de las preocupaciones y esfuerzos de los padres, parecen ser inevitables los conflictos que surgen entre los hijos en una familia. Las relaciones entre hermanos estimulan la competencia y la cooperación. En la mayoría de los casos la mezcla de amor y competencia a la larga origina un lazo fuerte entre los hermanos. Sin embargo, no es poco usual escuchar a los padres decir: «Pelean tanto que espero que no se maten antes de llegar a adultos». En el caso de Caín, el potencial de incomodidad se convirtió en tragedia. Y aun cuando no conocemos muchos detalles de la vida de este primogénito, su historia todavía puede enseñarnos algo.

Caín se enojó. Estaba furioso. Tanto él como su hermano Abel presentaron sacrificios a Dios, y el suyo había sido rechazado. La reacción de Caín parece indicar que desde el principio tuvo una mala actitud. Caín tenía que tomar una decisión: podía corregir su actitud acerca de su ofrenda a Dios, o podía descargar su ira en su hermano. Su decisión es un recordatorio claro de cuán a menudo estamos conscientes de que enfrentamos opciones contrarias, y aun así elegimos el mal como lo hizo Caín. Quizá no tengamos la intención de matar, pero intencionalmente elegimos mal.
Los sentimientos que motivan nuestro comportamiento siempre se pueden cambiar por medio de la fuerza de pensamiento. Pero en esto podemos comenzar a experimentar la disposición de Dios a ayudarnos. El pedirle ayuda para hacer lo que es correcto puede evitar que hagamos cosas de las que más tarde nos lamentaremos.

Caín fue el primer niño, el primero en seguir la profesión de su padre: granjero, pero tenía sus debilidades y errores: cuando se desilusionaba, reaccionaba con ira, elegía la opción negativa aun cuando se le presentara una posibilidad positiva, lo que lo convirtió en el primer asesino

De su vida aprendemos que el enojo no necesariamente es pecado, pero las acciones motivadas por el enojo pueden ser pecaminosas. El enojo debe movernos a una acción correcta, no a una mala. Que lo que ofrecemos a Dios debe brotar del corazón: lo mejor que seamos y tengamos y que las consecuencias del pecado algunas veces son permanentes.

«Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él» La historia de Caín se relata en Génesis 4:1-17.

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