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Génesis 47: José y su familia

Tercero, a cambio del privilegio de sembrar la tierra del faraón, los egipcios se obligan a pagar un impuesto sobre los productos de la tierra. La ley sancionada por José establece que la quinta parte del producto pertenece al faraón. Las cuatro partes restantes pertenecen al productor. Esta ley asegura el sustento del faraón y su corte y el sustento del pueblo. Un impuesto del 25% resulta bastante benigno en comparación con los impuestos o imposiciones de otros gobiernos imperiales (pasados y presentes). En resumen, la política de José establece poder y control político y económico centralizado en el faraón, pero al mismo tiempo, permite la supervivencia y actividad productiva libre del pueblo. En la teoría, todo pertenecía al gobierno faraónico. En la práctica, cada uno queda en su propiedad y con su ganado con la obligación de pagar su impuesto correspondiente al gobierno. El pueblo acepta la nueva política escogiendo tener sustento para vivir y renunciando a una ciudadanía libre con derecho de propiedad privada: ¡Nos has dado la vida!… seremos siervos del faraón… La ley de José en su intención original fue para asegurar sustento en un territorio de producción impredecible y para mantener un orden y una estabilidad sociopolítica que garantizara el bienestar del pueblo. A esta política estatal o nacionalista comúnmente se la llama faraónica, aunque más bien este nombre corresponde al abuso y a la corrupción de esta política. Muchas políticas de producción y distribución hoy día de algunas naciones poderosas tienen un efecto de control y servilismo paralizante en naciones menos privilegiadas. La manipulación artificial de precios de productos (los productos industrializados aumentan de precio, mientras que los de materia prima disminuyen), cambios caprichosos en la bolsa de de divisas y monedas, bloqueamientos y tasaciones comerciales discriminativas, son efectos de un abuso de poder y codicia desmedida que lejos de crear bienestar, produce zozobras y miseria.

Es muy interesante que hallazgos arqueológicos en Perú, en estudios inconclusos aún, indican que en el imperio inca se practicaba almacenamiento y control centralizado de alimentos, presumiblemente con el propósito de controlar a la población.

Oportunidad y responsabilidad Dios colocó a José en una posición de liderazgo y decisión única; además le concedió habilidades administrativas singulares. El propósito no fue solamente para beneficiar a José y a su familia, sino para bendecir a todo el pueblo egipcio y otras naciones. Juntamente con la oportunidad, Dios nos da la responsabilidad. Algunos de nosotros hemos sido colocados por Dios como dirigentes de un grupo pequeño o grande en la comunidad, la escuela, el trabajo o la iglesia y debemos recordar que esa es una posición de servicio a favor de otros más que una posición de privilegio solamente.

La continuacion del Pacto

En esta última sección se resaltan los preparativos y el desarrollo de todo lo necesario para la continuación del pacto. Se describen el crecimiento poblacional del pueblo de Israel, la conservación de su identidad étnica y religiosa y la conservación de la visión patriarcal a través de la transmisión o bendición patriarcal. Los temas de muerte, bendición patriarcal, asignación de herencia y vida familiar dan color y fuerza a esta narrativa. Con la muerte de Jacob, surge la posibilidad de venganza de José. Con la prosperidad y asimilación a la vida de Egipto, Israel tal vez no quiera volver a la tierra prometida. Pero todos estos peligros no sólo son anticipados, sino que en actos dramáticos y revelatorios son resueltos. Jacob procede a dar en herencia la tierra en Canaán que había ya adquirido y demanda ser sepultado en Canaán, en segura espera de su descendencia. José, con más riesgo y fe, pide que sus huesos sean llevados a Canaán, simbólicamente acompañando ya al éxodo. Nuevamente se realizan actos familiares y comunes pero desde la perspectiva de la fe en las promesas de Dios y en los compromisos patriarcales. No se especifican la duración entre los acontecimientos que ocurren en esta sección pero todas ellas siguen este propósito: el pacto debe continuar.

Jacob pide ser sepultado en Canaán.

No es tan propio en nuestra cultura pensar en la muerte. Pero la Biblia nos da el testimonio de que la certeza de la muerte, lejos de paralizarle a uno, debe impulsarlo a estar preparado para ella.

El peregrinaje providencial Aunque Egipto no era la tierra que Dios había prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, sin embargo esta etapa en la vida de Israel era parte del plan amoroso de Dios para formar a los hebreos en una nación y les dio el tiempo y las condiciones necesarias para que adquirieran su identidad racial, cultural, religiosa y política. De la misma manera, Dios esta actuando hoy a favor de su pueblo y nosotros tenemos el privilegio de unirnos a él en el cumplimiento de su propósito para todas las naciones. ¡Unámonos con Dios para hacer su tarea!

Antes de expresar su decisión de “sepultura”, Jacob, en los 17 años que vive en Egipto, ve el crecimiento de su descendencia, camino a ser una nación fuerte. El informe bíblico es que los israelitas que se establecieron en Egipto fueron fecundos y se multiplicaron mucho. Este crecimiento no fue tan sólo numérico. Estaba acompañado de las condiciones esenciales para llegar a ser un pueblo completo y distinto en el concierto de las naciones. Normalmente, como creyentes, cuando pensamos en el faraón o Egipto nos viene a la mente opresión y miseria. Un canto muy popular en América Latina: “En Egipto esclavo fui del vil faraón”, justamente enfatiza este sentimiento. Pero podemos notar lo que significó Egipto para el desarrollo del pueblo de Israel. Primero, le proveyó de un territorio seguro, sin disputa territorial ni peligro de guerras, pues estaban protegidos por el imperio. En Canaán siempre estaban en disputa de territorios y peligros de guerra. Segundo, le proveyó del sustento necesario y continuo, permitiendo la explotación del territorio asignado con ganado y productos propios a la cultura israelita. Tercero, le permite conservar su identidad étnica (racial y cultural) y evitar ser asimilados, peligro que enfrentaban constantemente en Canaán. Cuarto, le permite mantener una organización política independiente con autoridades propias y en acuerdo con su relación con Dios y su destino histórico. Aún en los días duros de la esclavitud previos al éxodo, los ancianos son los que gobiernan al pueblo israelita. Quinto, le permite mantener su identidad religiosa, conservando las tradiciones patriarcales y la fe en Dios y transmitiéndola fielmente a cada generación. Tal es así que la generación del éxodo en mucha opresión gime al Dios del Pacto, quien reconoce a Israel en su identidad única y distintiva. Y finalmente, aun en lo negativo, por causa de la opresión que causa a Israel, obliga al pueblo a poner su esperanza en Dios y su mira en la tierra prometida. En otras palabras, les convence que Egipto no es el territorio para Israel.

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