Gén 44:34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.
Cuando era más joven, Judá no mostró ninguna consideración por su hermano José ni por su padre Jacob. Primero convenció a sus hermanos de que vendieran a José como esclavo; luego él y sus hermanos mintieron a Jacob en cuanto a lo que le había sucedido a José. ¡Pero qué cambio se produjo en Judá! Estaba tan preocupado por su padre y su hermano menor, Benjamín, que estaba dispuesto a morir por ellos. Cuando esté a punto de perder toda esperanza en usted mismo y en los demás, recuerde que Dios puede lograr un cambio completo aun en la persona más egoísta.
Por último Judá no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era riesgoso pues José podría haber mandado que lo mataran. Pero Judá defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Benjamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Judá y hable.
José hace prisionero a Benjamín.
Para lograr este propósito José prepara un complot con su mayordomo quien ejecuta con precisión todas las órdenes superiores necesarias. Primero, se despide a los hermanos para que regresen a Canaán. Para ello se les provee de abundante alimento a todos, nuevamente con el dinero de pago en sus respectivos costales. Además, específicamente José ordena que su copa de plata sea puesta en la boca del costal de Benjamín. Este objeto serviría de ocasión irrefutable de procedimiento de arresto.
En segundo lugar, José, quien personalmente estaba dirigiendo el complot, ordena a su mayordomo a ir a apresar a Benjamín bajo la pena de robar la copa de plata del gobernador. Esta orden no fue tan simple en cumplirse con precisión, ya que los hermanos protestan vehementemente su inocencia. No pueden admitirse culpable de tal acción después de haber demostrado fehacientemente su honestidad y buena intención. Para reafirmar su inocencia, los hermanos pronuncian un castigo extremo si son hallados culpables: el que robó la copa sería muerto y los demás serían convertidos en esclavos. El mayordomo acepta el desafío pero lo suaviza: sólo el que tiene la copa será hecho esclavo; el resto podrá irse libre. Finalmente, la copa es hallada en el costal de Benjamín. Pero no abandonan a Benjamín. Todos regresan con él a la ciudad, sumidos en profundo pesar y disponiéndose a enfrentar la situación solidariamente.
Al llegar ante José, expresan su culpabilidad postrándose en tierra, acto propio de reos y esclavos. Ante la acusación de José, Judá, quien había salido de fiador por Benjamín, reconoce que es Dios quien ha descubierto la culpabilidad de ellos. Aquí no sólo se reconoce la culpa por la copa, sino una culpa mucho más grave y que les ha estado persiguiendo todo este tiempo: es la culpa por su acción contra el hermano José, 22 años antes. Judá ofrece la esclavitud incontestable de todos y especialmente de aquel en cuyo poder se halló la copa.
José, buscando una reacción más de sus hermanos, les propone que sólo Benjamín quede como esclavo y los demás regresen a Canaán con los alimentos. Posiblemente esta es la prueba final que José estaba buscando en su relacionamiento con sus hermanos antes de identificarse.
En medio de las crisis
Llega el momento cuando José decide enviar a sus hermanos con los alimentos de regreso a Canaán. Cuando todos pensaban que las cosas se habían mejorado, José tenía otro plan que pone a sus hermanos en medio de una nueva crisis. Esta crisis pone en evidencia que cuando no hemos resuelto adecuadamente los asuntos espirituales y la relación con Dios, nuestros valores se confunden y aunque deseamos hacer lo mejor no siempre es posible.