La Pascua era una fiesta anual de siete días que Dios instituyó para que su pueblo recordara cuando los liberó de la esclavitud de Egipto. En esa primera noche de Pascua, «el heridor» pasó sobre las casas marcadas con sangre de cordero y solo hirió a las que no tenían marca
Ezequiel45:22 ‹En ese día, el príncipe ofrecerá por sí mismo y por todo el pueblo de la tierra un novillo en ofrenda por el pecado.
Ezequiel45:23 ‹Y en los siete días de la fiesta ofrecerá en holocausto al Señor siete novillos y siete carneros sin defecto, cada día de los siete días, y en ofrenda por el pecado un macho cabrío cada día.
Ezequiel45:24 ‹Y proveerá como ofrenda de cereal un efa por novillo, un efa por carnero, y un hin de aceite por efa.
Ezequiel45:25 ‹En el mes séptimo, a los quince días del mes, en la fiesta, proveerá de igual manera por siete días para la ofrenda por el pecado, para el holocausto, para la ofrenda de cereal y para el aceite.›
Sólo se mencionan tres grandes festividades sagradas: El día de Año Nuevo; la Pascua, combinada con la Fiesta de los Panes sin Levadura; y la Fiesta de los Tabernáculos o de la Cosecha. Curiosamente, se omite la tercera fiesta ordenada para todos los israelitas varones, la Fiesta de las Semanas o del Pentecostés y el Día de la Expiación. La ceremonia del primer día del primer mes y el séptimo día de cada mes, parecen reemplazar el Día de la Expiación. No hay una clara explicación del porqué Ezequiel escogió mencionar estas fechas.
A esta fiesta anual celebrada en octubre se le llama la Fiesta de los Tabernáculos. La misma conmemora la protección que Dios dio a su pueblo cuando viajó por el desierto desde Egipto hacia la tierra prometida
Nueva distribución de la Tierra Santa.
El profeta distribuye idealmente la futura tierra de promisión. Después de describir el templo y las condiciones que deben cumplir los sacerdotes y levitas para hacer resaltar mejor la santidad del lugar y de sus funciones, asigna ahora una parte central del territorio israelita al templo, y en torno a éste la porción territorial de los sacerdotes y del príncipe. Después determina la tributación que se ha de seguir en la nueva teocracia para que nada falte al culto. Puede dividirse el capítulo en las siguientes perícopas:
a) distribución territorial asignada al templo, a los sacerdotes, levitas, ciudad de Jerusalén y príncipe
b) exhortación al príncipe a no oprimir al pueblo;
c) diezmos que pagará el pueblo al príncipe, el cual debe aportar lo necesario a los sacrificios
d) días de expiación y fiestas de Pascua y Tabernáculos
Ezequiel nos presenta en este capítulo una distribución simétrica y sistemática ideal de la nueva Tierra Santa. Se trata de una idealización utópica en función de ideas teológicas. El centro de la nueva Tierra de Promisión será el templo, morada de Yahvé.› Las tribus serán sistemáticamente distribuidas al norte y al sur del recinto sagrado. La nueva vida nacional debe ser teocrática en el sentido pleno y efectivo de la palabra; de ahí la presencia de Yahvé en el centro geográfico de Tierra Santa. Como la descripción es ideal, prescinde el profeta de las particularidades geográficas y demográficas. Primeramente nos presenta la parte central del territorio- — que será considerada como sagrada, reservada a Yahvé — , de 25.000 codos de larga (unos 13 km.) y 20.000 codos de ancho (unos 10 km.).