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Exodo 40: Moisés erige el tabernáculo

Aprende a reverenciar al Señor, quien te apartará del pecado.

Sospecha de la opinión mayoritaria que proponga alguna desviación. El mal puede ser popular, pero contraría la voluntad de Dios.

Dedica todo el tiempo que puedas a adorar junto al pueblo de Dios. Ello evidencia tu fe en que él proveerá.

No te impacientes con Dios. Ello conduce al pecado.

Reconoce que toda habilidad o destreza que poseas es una dádiva divina. Sé agradecido por lo que te da y evita el orgullo.

Claves para comprender la autoridad

Dios gobierna a su pueblo delegando autoridad. Toda autoridad legítima viene de Dios. Desconfiar de aquellos a quienes Dios ha entregado el liderazgo es desconfiar del Señor. Dios nos llama a mantener una actitud receptiva frente a los líderes legítimos y nos advierte que hablemos de ellos comedidamente.

No hagas objeto de murmuración al liderazgo espiritual. De esa manera te rebelas contra el Señor.

Evita y rechaza lo oculto. Buscar dirección espiritual del maligno conduce a la muerte.

Escucha a aquellos que Dios envía para hablarnos y guiamos. No te rebeles contra ellos. Rechazar a los enviados de Dios es rechazarlo a él.

El tabernáculo erigido.

Fue el primer día del mes primero cuando Jehová le dijo a Moisés que levantara el tabernáculo, y éste le dio la orden al pueblo. La fecha se especifica bien: fue el primer día del mes primero del segundo año, lo que significa que lo levantaron once meses y medio después del éxodo. El viaje a Sinaí duró tres meses; estuvieron en Sinaí unos nueve meses antes de erigir el santuario, y la estadía allí duró unos once meses.

Jehová también ordenó que Moisés consagrara a Aarón y a sus hijos para el sacerdocio perpetuo. La ceremonia de consagración, el llenar las manos. Simbólicamente eran separados de las tareas comunes para que desempeñasen los deberes sacerdotales; eran lavados con agua y eran ungidos con aceite. Durante la ceremonia sacrificaban un becerro y dos carneros: el becerro servía como una ofrenda por el pecado, el primero de los carneros era dedicado como un holocausto y el segundo era un sacrificio de paz, lo que significaba que una parte del mismo lo comían los sacerdotes. Al poner sus manos sobre las cabezas de los animales los sacerdotes se identificaron con los sacrificios. En una parte especial de la ceremonia ponían sangre del animal degollado sobre el lóbulo de las orejas derechas de Aarón y sus hijos, sobre el dedo pulgar de sus manos derechas y sobre el dedo pulgar de sus pies derechos. Simbólicamente la sangre consagraba sus oídos para escuchar la voz divina, sus manos para hacer la voluntad divina, y sus pies para andar en el camino y servicio del Santo de Israel.

La ceremonia de la consagración de Aarón y sus hijos duró siete días e incluyó la expiación y santificación del altar. Por cierto, los ritos exteriores y los vestidos especiales simbolizaban públicamente la dedicación interior que debiera acompañar el ministerio en nombre del Señor. Moisés hizo todo lo que el Señor le mandó; después, puso las tablas del testimonio dentro del arca y puso el propiciatorio encima de ella. Paso por paso siguió las instrucciones y acabó la obra. El pueblo debió haber tenido un gran sentido de satisfacción; meses antes el Señor le había dicho que la señal de su presencia sería que iban a servirle en el monte Sinaí. Dios fue fiel a su palabra; se había cumplido la promesa.

La gloria del Señor llena el tabernáculo.

Después de la ceremonia de dedicación, la nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó la morada. Con la entrega de la ley y el establecimiento de las instituciones del tabernáculo y el sacerdocio, se cambió la función de Moisés. Había servido como caudillo, profeta y sacerdote pero ahora, Moisés no podía entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová había llenado la morada. La presencia visible del Señor puso su sello de aprobación sobre la gente, el tabernáculo mismo, e indicaba que Israel sería un reino de sacerdotes y una nación santa: Jehová era Rey. Como soberano, él indicaría cuándo partirían de un lugar y cuándo se quedarían; en todas sus etapas, la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo; y el fuego estaba allí de noche, a la vista de toda la casa de Israel. Moisés le serviría de profeta e intérprete de la ley; Aarón y sus hijos desempeñarían la función ceremonial de sacerdotes; el Decálogo serviría de constitución legal, y el Señor que los había redimido y los había llamado a sí mismo estaba presente para guiarlos y ser su Rey soberano.

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