El efod.
Parece que el efod era una especie de chaleco. Fue hecho del mismo material usado para el velo, de oro, y de material azul, de púrpura, de carmesí y de lino torcido. Constaba de dos hombreras unidas en las cuales se fijaron dos piedras de ónice grabadas con los nombres de los hijos de Israel en orden de su nacimiento; eran piedras memoriales para los hijos de Israel. ¡Cuando Aarón se presentaba delante del Señor llevaba consigo los nombres de su pueblo! El efod se sujetaba al cuerpo por un hermoso cinturón de la misma hechura y de los mismos materiales.
El pectoral del juicio.
Ponían el Urim y el Tumim en el pectoral del juicio para que llevara continuamente Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón, en presencia de Jehová. El pectoral era una bolsa rectangular, semejante en materia y construcción al efod, al que se le fijaban doce piedras preciosas, colocadas en cuatro filas, con los nombres de las doce tribus grabados en oro. El propósito de los nombres era similar a los del efod. El pectoral colgaba de dos cadenas de oro abrochadas a los ónices del efod; así que se lo llevaba sobre el pecho del cual se derivaba el nombre.
En la bolsa se guardaban el Urim y el Tumim, las suertes sagradas, probablemente piedras, que servían para averiguar la voluntad divina. No se sabe con certeza la derivación de los nombres, ni la manera de emplearlos. Lo cierto es que podrían dar únicamente la respuesta sí o no a una pregunta hecha. En cuanto a asuntos importantes, el Señor prometió revelar su voluntad al sumo sacerdote por este medio.
La túnica del efod. La túnica era una especie de poncho tejido de color azul con un borde alrededor de la abertura, para que no se rompiera. En los bordes inferiores hicieron granadas de material azul, de púrpura, de carmesí y de lino torcido. El granado era un producto de la tierra prometida, y en el folclore era un símbolo de fertilidad. A la túnica se ponían campanillas de oro puro entre las granadas alrededor de los bordes. . . para anunciar la presencia del sacerdote cuando estuviera en el santuario, para que no muriera. Parece que no debía entrar en la presencia del Santísimo abruptamente o sin previo aviso. Las campanillas también permitían a los que adoraban afuera escuchar el movimiento del sacerdote dentro del tabernáculo.
Verdades prácticas
1. El tabernáculo principal del Señor está en el corazón de su pueblo. Por medio de Cristo, todos, judíos y gentiles, encuentran paz con Dios y unidad en un solo cuerpo por medio de la cruz. «En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en el Señor».
2. Dios quería que Israel lo obedeciera, que trabajara y que lo honrara con sus bienes, que empleara los dones naturales para edificar el tabernáculo y que sirviera a los demás pueblos para que ellos conocieran también la salvación divina. No ha cambiado su parecer al constituir la comunidad nueva en Cristo.
Otras vestiduras. Para Aarón y sus hijos hicieron vestidos, turbantes y pantalones todos de lino. Para Aarón hicieron una lámina de oro puro en forma de flor para su turbante, sobre la cual se grabó de sello, Consagrado a Jehová. El sumo sacerdote se acercaba más que cualquier otro a la presencia del Señor y por eso era santificado de una manera especial. La lámina identificaba a Aarón como el representante santo de su pueblo ante Jehová y era responsable por el cumplimiento del rito encargado a Israel. La vestidura de Aarón se completaba con un vestido de lino, un cinturón y pantalones.
Para los hijos de Aarón hicieron vestidos y cinturones. . . y turbantes para gloria y esplendor. Sin embargo, antes de servir como sacerdotes tenían que ser ungidos, investidos y consagrados. Ungir significa “llenar las manos”; posiblemente significaba llenar las manos con un sacrificio, o con el trabajo del servicio. Consagrar indica “apartar para el servicio de Dios”. El sacerdote debía identificarse con el Señor, debía tener las manos dedicadas a la tarea y debía ser apartado para el servicio de Dios.
Además, a todos se les hicieron pantalones para usar en el tabernáculo, tanto como en el servicio fuera del altar de holocausto. A los sacerdotes se les cubrían los órganos sexuales durante su ministerio. Los hombres no acostumbraban llevar pantalones. El culto de Israel nunca debería parecerse en lo más mínimo a la degradación de los cultos de fertilidad de otros pueblos de la zona; el culto de Israel debía conducirse con decoro, y siempre debía recordar la santidad de Dios y honrarlo con todo, aun en la manera de vestirse al servirle o al entrar en su presencia.