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Éxodo 3: Llamamiento de Moisés

Éxo 3:1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.

La localización del monte Horeb es incierta. La tradición lo identifica con el Gebel Musa (o «monte de Moisés»), montaña de 2.500 metros de altura que se levanta en el centro de una cordillera de roca granítica al sur de la península del Sinaí.

¡Qué gran contraste hay entre la vida de Moisés como príncipe egipcio y la que tuvo como pastor madianita! Como príncipe, todo se lo hacían; era el famoso hijo de una princesa egipcia. Como pastor, tenía que hacerlo todo por sí mismo. Estaba haciendo el mismo trabajo que se le había enseñado a despreciar, y vivió como un extranjero desconocido. ¡Qué experiencia más humillante debió haber sido para Moisés! Pero Dios estaba preparándolo para ser líder. Al vivir como pastor y nómada, Moisés aprendió las costumbres de la gente que guiaría y también acerca de la vida en el desierto. Moisés no pudo ver esto por sí mismo, pero Dios lo estaba preparando para liberar a Israel de las garras del Faraón.

Monte Horeb es otro nombre para el monte Sinaí, donde Dios revelaría al pueblo su ley.

Éxo 3:2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza;(A) y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Los ángeles son criaturas sobrenaturales que viven en el cielo y sirven de mensajeros a Dios y de protectores a sus escogidos. El ángel de Jehová era una manifestación visible de Dios, posiblemente del propio Cristo preencarnado. Ardía en fuego alude a la gloria de la presencia de Dios, el «Shekiná», que transforma todo y a todos los que toca

Dios habló a Moisés desde una fuente inesperada: una zarza ardiente. Cuando Moisés la vio, fue a investigar. También Dios usa a veces fuentes inesperadas cuando se comunica con nosotros, ya sea que utilice personas, pensamientos o experiencias. Esté dispuesto a investigar, sea receptivo a las sorpresas de Dios.

Éxo 3:3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

Dios se revela a Moisés en un lugar común, que se convierte en sagrado debido a la presencia de Dios. La combustión espontánea no era algo inusual en el desierto, pero una llama que no se consumía constituía un acontecimiento extraordinario y llamativo.

Éxo 3:4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

El ángel del Señor recibe adoración.

Un «ángel» poco común, el ángel del Señor, se diferencia de los otros en que este ángel recibe adoración. ¿Cómo es esto? A ningún ángel se le puede tributar adoración; ella sólo pertenece a Dios. El ángel Lucifer fue expulsado del cielo por tratar de recibir tal adoración. El misterio se resuelve en este texto cuando se revela que el ángel es el Señor Dios. Pero, ¿cómo pudieron Moisés y otras personas en el Antiguo Testamento haber visto a Dios cara a cara y sobrevivir, si la Escritura claramente asevera lo contrario? La respuesta: porque ellos vieron al Hijo de Dios en forma preencarnada, al cual el Antiguo Testamento llama el ángel del Señor, el «Mensajero [ángel] del pacto».

Moisés vio una zarza ardiente y habló con Dios. Mucha gente en la Biblia experimentó apariciones de Dios en una forma visible (no necesariamente humana). Abraham vio un horno humeante y una antorcha encendida; Jacob luchó con un varón. Cuando los esclavos fueron liberados de Egipto, Dios los guió con una columna de nube y de fuego. Dios realizó tales apariciones para animar a su nueva nación, guiarlos y probar la confiabilidad de su mensaje verbal.

Éxo 3:5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

Quita tu calzado de tus pies : En el oriente, quitarse el calzado constituye una acción que denota respeto. Tierra Santa : A causa de la visitación de Dios.

Éxo 3:6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

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