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Éxodo 20: Los Diez Mandamientos

Éxo 20:1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

Estas 10 palabras (los Diez Mandamientos) equivalen a diez leyes o principios que son permanentes y no admiten excepción alguna. Jesús confirma su eterna validez

¿Por qué se necesitaban los Diez Mandamientos para la nueva nación de Dios? Al pie del monte Sinaí, Dios mostró a su pueblo la verdadera función y la belleza de la ley. Los mandamientos fueron diseñados para guiar a Israel a una vida de santidad. En ellos, el pueblo podría ver la naturaleza de Dios y su plan que les enseñaría cómo debían vivir. Los mandamientos y principios procuraban dirigir a la comunidad para suplir las necesidades de cada individuo de una manera responsable y llena de amor. No obstante, en los tiempos de Jesús, la mayoría de la gente veía la ley en forma equivocada. La veían como un medio para prosperar tanto en este mundo como en el más allá. Pensaban que al obedecer cada ley obtendrían la protección de Dios de invasiones extranjeras y desastres naturales. Guardar la ley se transformó en un fin en sí mismo, y no en el medio para cumplir la máxima ley de amor de Dios.

Éxo 20:2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

Dios proclama su victoria en favor del pueblo, no sobre éste. Yo soy Jehová tu Dios identifica al que habla como aquel que había realizado los milagros del éxodo.

Éxo 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

El carácter de Dios demanda lealtad. El creyente demuestra su lealtad adorando al único y verdadero Dios.

Éxo 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

Israel estaba rodeado de gente que adoraba imágenes a las cuales también se les llamaba dioses. Como ninguna cosa humana podía representar adecuadamente a Dios, el Señor prohibió que se le crearan imágenes, tanto de tipo material como conceptual. En este aspecto, los israelitas se convirtieron en un caso único entre los pueblos vecinos.

Éxo 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

La tercera y cuarta generación. Era posible que cuatro generaciones vivieran alrededor del anciano de una familia. Debido a los estrechos vínculos de una familia patriarcal, la influencia del patriarca, buena o mala, afectaba a todas las generaciones bajo su control.

Éxo 20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Los israelitas acababan de salir de Egipto, una tierra de muchos ídolos y muchos dioses. Como cada dios representaba un aspecto diferente de la vida de una persona, era común que adoraran muchos dioses para poder recibir el mayor número de bendiciones. Cuando Dios le dijo a su pueblo que lo adorara y le creyera, no fue tan difícil para ellos, El era sólo un dios más para añadir a la lista. Pero cuando dijo: «No tendrás dioses ajenos delante de mí», fue difícil de aceptar para el pueblo. Pero si no aprendieron que el Dios que los sacó de Egipto era el único Dios verdadero, no podrían ser su pueblo; sin importar cuán fielmente mantuvieran los otros nueve mandamientos. Así, Dios hizo de este su primer mandamiento y lo enfatizó más que ningún otro. Actualmente podemos permitir que muchas cosas se conviertan en dioses para nosotros. El dinero, la fama, el trabajo o el placer pueden convertirse en dioses cuando nos concentramos demasiado en ellos para buscar identidad, seguridad y significado. Nadie comienza con la intención de adorar esas cosas, pero al pasar el tiempo llegan a ocupar nuestras vidas, pueden llegar a convertirse en dioses que al final controlarán nuestros pensamientos y nuestras energías. Permitir que Dios tenga el lugar central en nuestra vida evita que esas cosas se conviertan en dioses.

Éxo 20:7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

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