Éxo 19:1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.
Éxo 19:2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.
Éxo 19:3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
El monte Sinaí (también llamado Horeb) es uno de los lugares más sagrados en la historia de Israel. Localizada en la parte sur y central de la península del Sinaí, esta montaña es donde Moisés se encontró con Dios en una zarza ardiente, Dios hizo su pacto con Israel y Elías escuchó a Dios en el sonido de un susurro suave. Aquí Dios dio a su pueblo las leyes y guías para vivir con rectitud. Aprendieron las bendiciones potenciales de la obediencia y las trágicas consecuencias de la desobediencia
Éxo 19:4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
Éxo 19:5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro(A) sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
Vosotros seréis mi especial tesoro : Ello sería así si el pueblo aceptaba acogerse al pacto que Dios le ofrecía.
¿Por qué escogió Dios a Israel como su nación? El sabía que ninguna nación en la tierra era lo suficientemente buena para merecer ser llamada su pueblo, su «especial tesoro». Eligió a Israel, no por algo que hubieran hecho, sino a pesar de las cosas malas que hicieron y que harían. ¿Por qué quería tener una nación especial en la tierra? Para representar sus caminos, para enseñar su Palabra y para ser una presencia salvadora en el mundo. «Todas las naciones de la tierra» serían bendecidas a través de los descendientes de Abraham. Gentiles y reyes vendrían al Señor mediante Israel, predijo. A través de la nación de Israel, nacería el Mesías, el escogido de Dios. El escogió una nación y la colocó en un riguroso programa de entrenamiento, para que algún día pudiera ser un canal de sus bendiciones al mundo entero.
Éxo 19:6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes,(B) y gente santa.(C) Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
Dios formuló sus requerimientos y estipulaciones para aquellos a quienes había escogido como su pueblo. Este tipo de pacto era algo común en esta época entre un soberano y sus súbditos. El soberano bendecía y protegía a su pueblo, mientras éste le tributaba lealtad y obediencia
Un reino de sacerdotes : Dios tenía completa potestad sobre todas las cosas, ya que toda la tierra era suya, y su obediente y leal pueblo ejercería dominio sobre la tierra. Gente santa : Se refiere a un pueblo apartado por Dios, dedicado a su servicio, y en medio del cual mora.
Dios tenía un motivo para rescatar de la esclavitud a los israelitas. Ahora estaba listo para decirles cuál era: Israel llegaría a ser un pueblo santo, una nación de sacerdotes en que cualquiera podría acercarse a Dios libremente. Sin embargo, no tomó mucho tiempo para que el pueblo corrompiera el plan de Dios. Entonces Dios estableció a los levitas como sacerdotes, representando lo que debería haber sido la nación entera. Pero con la venida de Jesucristo, Dios extendió una vez más su plan a todos los creyentes. Seremos un pueblo santo y «real sacerdocio». La muerte y la resurrección de Cristo, nos ha permitido a cada uno de nosotros acercarnos a Dios con libertad.
Éxo 19:7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.
Un reino de sacerdotes. LA ADORACIóN Y EL REINO. En estos versículos, el Señor indica qué espera de su pueblo liberado. Su propósito para el futuro del pueblo requiere que éste comprenda cuál es la primera prioridad de Dios para ellos: la adoración, meta de su obra redentora, junto con la reinstauración del reino. Mientras aprenden a adorar como una nación de sacerdotes, descubrirán los medios fundamentales para alcanzar futuras victorias (como personas a las cuales se les ha prometido restaurar su dominio o «reino»). Su restauración depende de su andar ante Dios rindiéndole culto. La liberación de Israel de Egipto no sólo es un testimonio de victoria, sino el símbolo inmemorial de un Dios que revela sus planes y métodos para la liberación de la iglesia y la realización de su misión.