(ii) Juan presenta un escenario distinto del ministerio de Jesús. En los otros tres Evangelios, el principal escenario del ministerio es Galilea, y Jesús no llega a Jerusalén hasta la última semana de Su vida. En Juan el principal escenario es Jerusalén y Judea, con ciertas retiradas ocasionales a Galilea. Juan 2:1-13; 4:35-5:1; 6:1-7:14). En Juan, Jesús está en Jerusalén en una Pascua, que es cuando purifica el templo según Juan 2:13; está en Jerusalén otra vez en una fiesta de la que no se nos da el nombre: Juan 7:2, 10; está allí en la Fiesta de la Dedicación, en invierno: Juan 10:22. Más aún, según el Cuarto Evangelio Jesús ya no se marchó de Jerusalén desde aquella fiesta; desde el capítulo 10 se queda en Jerusalén todo el tiempo, que puede querer decir meses, desde la Fiesta de la Dedicación en invierno hasta la Pascua en la primavera, cuando le crucificaron.
En esta cuestión lo más probable es que Juan esté en lo cierto. Los otros Evangelios nos presentan a Jesús haciendo duelo por Jerusalén cuando llega a ella la última semana: «Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía, ¡cuántas veces he querido reunir tus hijos como junta sus pollitos la gallina debajo de sus alas! Pero no quisiste…» Mateo 23:37; Lucas 13:34. Está claro que Jesús no podría haber dicho eso si no hubiera hecho repetidas visitas a Jerusalén y le hubiera dirigido su invitación repetidas veces. Era imposible que dijera eso en su primera visita. En esto no cabe duda de que Juan está en lo cierto.
De hecho, fue esta diferencia de escenario lo que le sugirió a Eusebio una de las primeras explicaciones de las diferencias entre el cuarto y los otros tres Evangelios. Dijo que en su tiempo, hacia el 300 d.C., muchos investigadores mantenían la siguiente opinión. Mateo predicó al principio al pueblo hebreo. Llegó el momento en que tuvo que marcharse para ir a otras naciones. Antes de irse escribió su relato de la vida de Jesús en hebreo, «y así compensó por la falta de su presencia a los que tuvo que dejar.» Después que Marcos y Lucas publicaron sus Evangelios, Juan seguía predicando oralmente la historia de Jesús. «Por último se puso a escribir por la siguiente razón: los tres Evangelios ya mencionados estaban en las manos de todos y en las suyas también, y dicen que él los aceptaba totalmente y daba testimonio de su fiabilidad; pero faltaba en ellos el relato de lo que Jesús había hecho al principio de Su ministerio… Así es que dicen que Juan, cuando le pidieron que lo hiciera por esta razón, puso en su Evangelio el relato del período que habían omitido los evangelistas anteriores, y de los hechos del Salvador durante ese tiempo; es decir, de lo que hizo antes de que metieran en la cárcel a Juan el Bautista… Por tanto Juan refiere los hechos de Jesús de antes de que el Bautista fuera encarcelado; pero los otros tres evangelistas tratan de lo que sucedió después de ese tiempo… El Evangelio según Juan contiene los primeros hechos de Cristo, mientras que los otros hacen un relato de la última parte de Su vida» (Eusebio, Historia Eclesiástica 5:24).
Así que, según Eusebio, no hay la menor contradicción entre el Cuarto Evangelio y los otros tres; las diferencias se deben al hecho de que el Cuarto Evangelio está describiendo, por lo menos en los primeros capítulos, el ministerio en Jerusalén que precedió al ministerio de Galilea, y que tuvo lugar cuando Juan el Bautista estaba todavía en libertad. Es muy posible que esta explicación de Eusebio sea correcta, por lo menos en parte.
(iii) Juan da una impresión diferente de la duración del ministerio de Jesús. Los otros tres Evangelios parece que implican que duró solamente un año. En su relato no se menciona la Pascua nada más que una vez, mientras que en Juan hay tres Pascuas: la de la purificación del templo (Juan 2:13); otra cerca de la multiplicación de los panes y los peces (Juan 6:4), y la última, cuando crucificaron a Jesús.
Según Juan, el ministerio de Jesús debe de haber ocupado un mínimo de dos años, y más probablemente un período más cerca de los tres, para incluir todos los acontecimientos. De nuevo Juan está en lo cierto, como advertiremos si leemos los otros tres Evangelios con atención. Cuando los discípulos arrancaron las espigas (Marcos 2:23) debe de haber sido primavera. Cuando Jesús dio de comer a los cinco mil, se sentaron en la hierba verde (Marcos 6:39), lo que quiere decir que era primavera otra vez; y debe de haber pasado un año entre los dos acontecimientos. A eso sigue el viaje que hicieron por Tiro y Sidón, y la Transfiguración. En la historia de la Transfiguración, Pedro quería hacer tres chozas para quedarse allí. Lo más natural es pensar que era el tiempo de la Fiesta de los Tabernáculos o chozas, y que por eso hizo Pedro aquella sugerencia (Marcos 9:5), lo que colocaría la escena a principios de octubre; y a eso seguiría el período hasta la última Pascua, al principio de la primavera siguiente. Por consiguiente, en el relato de los otros tres evangelistas podemos leer entre líneas que el ministerio de Jesús se extendió de hecho por lo menos tres años, que es lo que presenta Juan.
(iv) Algunas veces hasta sucede que Juan difiere de los otros en cuestión de hechos. Hay dos ejemplos sobresalientes. El primero es que Juan coloca la Purificación del templo al principio del ministerio de Jesús (Juan 2:13-22), y los otros la colocan al final (Marcos 11:15-17; Mateo 21:12-13; Lucas 19:45-46). El segundo ejemplo es que, cuando lleguemos a estudiar los relatos en detalle, veremos que Juan fecha la crucifixión de Jesús el día antes de la Pascua, mientras que los otros Evangelios la ponen en el mismo día de la Pascua.