Ester 9:12 Y dijo el rey a la reina Ester:
–En Susa, capital del reino, los judíos han matado a quinientos hombres y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición, y te será concedida? ¿qué otra cosa deseas y te será hecha?
El rey parece estar más preocupado por los deseos de Ester que por la masacre de sus súbditos.
Ester 9:13 Ester respondió: –Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa que hagan conforme a la ley de hoy; en cuanto a los diez hijos de Amán, que los cuelguen en la horca.
Ester 9:14 Mandó el rey que se hiciera así. Se dio la orden en Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán.
Ester 9:15 Los judíos que estaban en Susa se reunieron también el catorce del mes de Adar y mataron allí a trescientos hombres; pero no tocaron sus bienes.
Ester 9:16 La fiesta de Purim. En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se reunieron para la defensa de sus vidas, contra sus enemigos; mataron a setenta y cinco mil de sus contrarios; pero no tocaron sus bienes.
Ester 9:17 Ocurrió esto el día trece del mes de Adar, y reposaron el día catorce del mismo mes, convirtiéndolo en día de banquete y de alegría.
La forma tan despreocupada en que el rey se refirió a la pérdida de 500 hombres, los hijos de Amán y un número no conocido de hombres en las provincias, sólo para ofrecer a su reina la oportunidad de extender el derramamiento de sangre, es espantosa. Ester, a su vez, se portó como una “dama de hierro”, interesada en exhibir la caída de Amán ahorcando públicamente los cuerpos de sus hijos, y completar la ejecución de otros enemigos de los judíos en la ciudad de Susa, más allá de la acrópolis. Para lograrlo, Ester pidió un día más, y murieron 300 hombres más. En otras partes del imperio el número total de 75.000 hombres muertos por los gue rreros de la resistencia judía implica que el decreto de Amán se había implementado. Suponiendo que todas las 127 provincias hayan estado involucradas, cada una hubiera perdido al rededor de 600 hombres, menos que la ciudad de Susa sola. Por lo tanto, los judíos tuvieron reposo de sus enemigos. Su liberación de la destrucción tenía que ser celebrada, de allí la institución de un día festivo en el día 14 de Adar, una vez que había pasado el temido día 13. Sin embargo, en Susa, el 15 era día de celebración por la petición adicional de Ester. Por todos lados se compartían alegremente comidas fes tivas, asegurando que nadie fuera excluido. Por lo tanto, la intención de Amán de exterminar a la raza judía tuvo el efecto de reforzar los lazos entre sus miembros, y aumentar el espíritu comunitario entre ellos al recordar su peligro compartido y su liberación.
Ester 9:18 Pero los judíos que estaban en Susa se reunieron el día trece y el catorce del mismo mes, y el quince reposaron, convirtiéndolo en día de banquete y de regocijo.
Ester 9:19 Por tanto, los judíos aldeanos que habitan en las villas sin muro celebran el catorce del mes de Adar como día de alegría y de banquete, un día de regocijo, y unos a otros se hacen regalos.[c]
Los enemigos de los judíos esperaban tener poder sobre ellos por el primer edicto. Si nada hubieran intentado contra el pueblo de Dios, nada hubieran sufrido. Los judíos, actuando unidos, se fortalecieron mutuamente. Aprendamos a resistir en un solo espíritu y con un solo ánimo, resistiendo unidos a los enemigos del alma cuyo propósito es robarnos la fe que es más preciosa que nuestra vida. Los judíos, para honra de su religión, demostraron desprecio por la riqueza mundana, para que se viera que ellos no deseaban nada sino su preservación. En todo caso, el pueblo de Dios debe manifestar humanidad y desinterés, rehusando frecuentemente las ventajas que legalmente podrían obtener.
Los judíos celebraron su fiesta el día después de haber terminado su obra. Cuando hemos recibido grandes misericordias de Dios, debemos ser rápidos para darle las gracias.