Esdras 9:2 Acabadas estas cosas,[b] los gobernantes se acercaron a mí y me dijeron: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no se han separado de las gentes del país, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos,[c] y han caído en sus abominaciones.
Desde el tiempo de los jueces, los varones israelitas se habían casado con mujeres paganas, adoptando sus prácticas religiosas (Jdg_3:5-7). Aun Salomón, el gran rey de Israel, cayó en este pecado (1Ki_11:1-8). A pesar de que esta práctica estaba prohibida por la Ley de Dios (Exo_34:11-16; Deu_7:1-4), se repitió en los días de Esdras y una vez más sólo una generación después de él (Neh_13:23-27). La oposición a los matrimonios mixtos no era un prejuicio racial, ya que los judíos y los no judíos de esta área tenían el mismo trasfondo semítico. Las razones eran estrictamente espirituales. El que se casara con un pagano se veía inclinado a adoptar las creencias y prácticas paganas de esa persona. Si los israelitas fueron tan insensibles para desobedecer a Dios en algo tan importante como el matrimonio, no podían ser lo suficientemente fuertes para permanecer firmes ante la idolatría de sus cónyuges. Hasta que los israelitas finalmente abandonaron esta práctica, la idolatría continuó siendo un problema constante.
Esdras 9:2 Porque han tomado mujeres para sí y para sus hijos de las hijas de ellos, y el linaje santo ha sido mezclado con las gentes del país. Los jefes y los gobernadores han sido los primeros en cometer este pecado».
Algunos israelitas se habían casado con cónyuges paganos y habían perdido la visión del propósito que Dios tenía para ellos. El Nuevo Testamento dice a los creyentes “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2Co_6:14). Tales matrimonios no pueden tener unidad en el asunto más importante de la vida: el compromiso y la obediencia a Dios. Debido a que el matrimonio consiste en la unión de dos personas en una sola, la fe puede llegar a ser un asunto crucial, y un cónyuge probablemente tendrá que comprometer sus creencias para el bienestar de la unidad. Mucha gente no presta atención a este problema, sólo para lamentarse después. No permita que la emoción o la pasión lo cieguen ante la máxima importancia de casarse con alguien con quien no pueda estar unido espiritualmente.
Esdras 9:3 Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, me arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo.[d]
Esdras 9:4 Todos los que temían las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a mí, a causa de la infidelidad de quienes habían regresado de la cautividad; pero estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.[e]
Esdras 9:5 A la hora del sacrificio de la tarde salí de mi aflicción y, rasgados mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, extendí mis manos a Jehová, mi Dios,[f]
Rasgar las ropas o arrancar pelo de la cabeza o de la barba eran señal de autodegradación o humillación. Expresaban tristeza por el pecado.
Después de conocer los pecados de su pueblo, Esdras cayó de rodillas y oró. Su oración sincera nos proporciona una buena perspectiva sobre el pecado. Reconoció: (1) que el pecado era grave (9.6), (2) que nadie peca sin afectar a otros (9.7), (3) que él también había pecado, a pesar de que no tenía esposa pagana (9.10ss), (4) que el amor de Dios y su misericordia habían salvado a la nación cuando esta no había hecho nada para merecerlo (9.8, 9, 15). Es fácil ver el pecado ligeramente en un mundo que no le da mayor trascendencia; sin embargo, debemos ver al pecado con la misma seriedad con que lo vio Esdras
Esdras 9:6 y dije: «Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro hacia ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestras cabezas y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
Esdras 9:7 Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al robo y a la vergüenza que cubre nuestro rostro, como todavía sucede.
La oración de Esdras confesó los pecados de su pueblo. Aunque él no había pecado en la forma que lo había hecho su pueblo, se identificó con sus pecados. Con llanto expresó su vergüenza por el pecado, temor por las consecuencias, y deseo de que el pueblo lo entendiera y se arrepintiera. Su oración conmovió al pueblo hasta las lágrimas (10.1). Esdras demostró la necesidad de una comunidad santa que rodeara al templo reconstruido. También necesitamos en nuestras iglesias locales una comunidad santa. Aun en medio de nuestros peores pecados, podemos volvernos a Dios con oraciones de arrepentimiento.
Esdras 9:8 Ahora, por un breve momento, nos ha mostrado su misericordia Jehová, nuestro Dios, y ha hecho que nos quedara un resto libre, y nos ha dado un lugar seguro en su santuario. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un poco de vida en medio de nuestra servidumbre.
Esdras 9:9 Porque siervos somos; pero en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que nos favoreció con su misericordia delante de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la casa de nuestro Dios, restaurar sus ruinas y darnos protección en Judá y en Jerusalén.
Construir murallas no era solo asunto de orgullo cívico o belleza arquitectónica. Era esencial para la seguridad contra ladrones y merodeadores (véase 9.7). Dios en su bondad les había dado nueva vida y protección.
Esdras 9:10 »Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos abandonado los mandamientos
Esdras 9:11 que nos habías dado por medio de tus siervos, los profetas,[g] diciendo: “La tierra en cuya posesión vais a entrar, es tierra corrompida a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones con que la han llenado de uno a otro extremo con su impureza.
Esdras 9:12 Ahora, pues, no deis vuestras hijas a sus hijos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos, ni procuréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes, comáis los mejores frutos de la tierra y la dejéis como herencia a vuestros hijos para siempre”.[h]
Esdras 9:13 »Después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un resto como este,
Esdras 9:14 ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni quien escape?
Esdras 9:15 »Jehová, Dios de Israel, tú eres justo, pues hemos quedado como un resto que ha escapado, tal cual ha sucedido en este día. Henos aquí delante de ti con nuestros delitos; por su causa no somos dignos de estar en tu presencia».
Esdras reconoció que si Dios daba al pueblo la justicia que se merecía, no podrían mantenerse en pie delante de El. A menudo pedimos justicia cuando nos sentimos tratados injustamente y maltratados. En esos momentos nos olvidamos de la realidad de nuestro propio pecado y del justo juicio que merecemos. ¡Cuán afortunados somos de que Dios nos dé su misericordia y gracia y no solo su justicia! La próxima vez que le pida a Dios un trato justo, deténgase a pensar qué pasaría si Dios le da lo que merece en realidad. En lugar de eso, clame por misericordia.
Esdras 9:1-15
Informe de matrimonios mixtos y la confesión de Esdras
Han pasado cuatro meses (ver 10:9) y debemos suponer, como lo insinúa 10:3, que Esdras ha comenzado su ministerio de enseñanza, como lo ilustra Neh. 8. De este capítulo y de otras partes también, nos enteramos que pudo aplicar de nuevo las leyes (que a algunos les deben haber parecido anticuadas) a las situaciones nuevas, en particular al poder unir diferentes pasajes de las Escrituras para poder extraer principios teológicos que refuerzan las leyes más antiguas.
El resultado fue que el pueblo aprendió a apreciar que el matrimonio con un extranjero incrédulo en principio no era nada distinto del matrimonio con los habitantes de Canaán que se les había prohibido a sus antepasados. La mayoría de los pueblos mencionados en el v. 1 ya no existían, pero al tomar una variedad de material (inclusive Lev. 18; 19:19; Deut. 7:1-4 y 20:10-18) fue apreciada la relevancia contemporánea de la ley.
La oración de Esdras es una pura confesión. No contiene ningún pedido de perdón ni ninguna otra petición. El clímax es Oh Señor … tú eres justo (15). Aun si Dios decidiese destruir a su pueblo, Esdras re conoce que se justificaría. Se puede decir que esto constituye la forma de adoración más sublime: Alabar a Dios solamente por quien es, y no simplemente por lo que el devoto espera poder recibir de la mano de Dios.
De manera apropiada entonces, Esdras adoptó la posición de quien se pone de luto (3), y de manera representativa rogó por todo el pueblo. Su oración (6-15) nuevamente viene de una variedad de antiguas fuentes bíblicas y pasa del lamento individual al comunal (6, 7), a la reflexión sobre las misericordias actuales de Dios, lo cual hace resaltar la ingratitud del pueblo (8, 9), a confesión específica (10-12), a declaración de futuras intenciones (13, 14) y a una confesión general final (15).