Esdras 8:17 Los envié a Iddo, jefe en un lugar llamado Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que debían decirles a Iddo y a sus hermanos, los sirvientes del Templo[h] en el lugar llamado Casifia, para que nos enviaran ministros para la casa de nuestro Dios.
Esdras 8:18 Gracias a que la mano bondadosa de nuestro Dios estaba sobre nosotros, nos enviaron un hombre entendido llamado Serebías, de los hijos de Mahli hijo de Leví hijo de Israel, junto con sus hijos y sus hermanos: dieciocho hombres en total.
Esdras 8:19 También a Hasabías, y con él a Jesaías, de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte hombres en total.
Esdras 8:20 De los sirvientes del Templo, a quienes David y los jefes destinaron para el ministerio de los levitas, doscientos veinte hombres, todos los cuales fueron designados por sus nombres.
Antes de partir, Esdras hizo acampar tres días al contingente para poderlo inspeccionar. Los levitas ausentes eran necesarios para desempeñar las labores sacerdotales durante el viaje y en las celebraciones a realizar al llegar a Jerusalén. Ahava era una amplia planicie, cercana a Babilonia, a lo largo de la cual se deslizaba un tributario del río Éufrates.
Esdras 8:21 Allí, junto al río Ahava, proclamé un ayuno[i] para humillarnos delante de nuestro Dios y solicitar de él un buen viaje para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes.[j]
Este ayuno demuestra la profunda fe y dedicación a Dios de Esdras.
Esdras y el pueblo viajaron aproximadamente 1,440 kilómetros a pie. El viaje los llevó por territorio difícil y peligroso y duró aproximadamente cuatro meses. Oraron para que Dios los protegiera y les diera un buen viaje. Nuestros viajes pueden no ser tan difíciles ni peligrosos en la actualidad como lo fue el de Esdras, pero debemos reconocer nuestra necesidad de pedir a Dios su guía y protección.
Esdras 8:22 Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan; pero su poder y su furor contra todos los que lo abandonan».
La mano de nuestro Dios : Esta frase se usa seis veces en el pasaje que explica el retorno de Esdras. Da la clave para comprender aquellos acontecimientos, que de otra manera aparecerían como el resultado de las bondades de un rey amable y la lealtad a su tierra de gente tenaz y vigorosa.
Esdras 8:23 Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.
El ayuno para romper las barreras espirituales . La Guerra de la Fe. Mientras los judíos exiliados se preparaban para regresar a Jerusalén, Esdras llamó a toda la nación a ayunar. Los animaba un triple propósito: Primero, pedirle a Dios que los guiara por «el camino recto». El énfasis de este ayuno era la dirección. Segundo, pedirle a Dios que protegiera a los niños. El énfasis de este ayuno era la ayuda. Finalmente, pedirle a Dios que protegiera sus posesiones. El énfasis de este ayuno era lo material.
Al ayuno se le menciona repetidamente en las Escrituras como una forma sacrificial de oración combatiente, la cual produce resultados que no se alcanzarían de ninguna otra forma. Esto se pone particularmente de manifiesto con la expulsión de los demonios en tiempos de Cristo. El ayuno envuelve la renuncia al sustento necesario, mientras nuestra atención se centra, durante ese período, en la búsqueda de Dios. Un ayuno puede extenderse hasta 40 días, como en el caso de Moisés, o ser tan breve como la porción de un día, como en el caso de Israel.