Cuentan que hace mucho tiempo vivía en la zona campesina de Chila una pareja de esposos ya muy ancianos, de extrema pobreza, no habían tenido hijos y vivian solo de la caridad de la gente de la aldea, cada día salía él hacia el mercado con la esperanza de conseguir alguna cosa para comer en la noche junto a su amor, su único tesoro era una vieja pipa de madera que hacia mucho tiempo no veía el tabaco pero el se la colgaba en la boca, para espantar un poco el hambre del día.
Ella se sentaba a media mañana en la entrada de la choza que habitaban y peinaba mil veces sus largas trenzas, su máximo tesoro y su orgullo, sin embargo el pelo blanco y largo hacia mucho que no conocía algún peine pues el último que había tenido hacía mucho que se había destrozado y ya no pudo conseguir otro. Al ponerse el sol llegaba él con algún paquetito de frutas que alguien le había regalado, así era día a día.
Llegó el día del aniversario de bodas, y el salió como cada mañana temprano, pensando qué le regalaría a ella, nada tenía y su día se veía negro. Por su parte ella se sentó en la puerta de la casita pensando como celebrar si no había con qué.
Sin embargo al llegar la tarde él llegó con un pequeño paquete que le dio con un suave beso en la frente diciéndole: «feliz aniversario»; ella sacó de debajo de sillita también un paquetito que le entregó con una gran sonrisa. al abrir cada uno su regalo, se miraron y sollozaron en silencio disfrutando del gran amor que Dios les estaba demostrando.
Ella había vendido sus trenzas y le había comprado una atadito de tabaco para la pipa de él, en cambio él había vendido su pipa y le había comprado un hermoso par de peines para las trenzas de ella Así debe ser nuestro amor, solo dar sin compararlo con lo que nuestra pareja esta dando.