Se cuenta la historia de un joven que estaba trabajando debajo del chasis de su «Ford T» tratando en vano de que anduviera.
Después de un largo rato, un elegante automóvil se detuvo junto a él. Un caballero muy bien vestido bajó, fue hacia el joven y, observando la dificultad, le dijo que hiciera un pequeño ajuste en la regulación del motor. Con cierta desgana obedeció el muchacho.
«Ahora», le dijo el caballero, «su automóvil andará.»
El «Ford» arrancó inmediatamente. Sorprendido el muchacho de que el caballero supiera tanto de mecánica le preguntó quién era. Tranquilamente el hombre le contestó: «Yo soy Henry Ford. Inventé ese automóvil y conozco a fondo su mecanismo.»
Existe Uno que nos conoce perfectamente, ya que él nos hizo.