El amor es gratuito

Había una persona muy santa que tenia una casa donde había recogido a varios niños huérfanos y los cuidaba. Era muy cariñosa con ellos, sin importarle los defectos o la ingratitud de los niños.

Los muchachos comenzaron a sentirse mal con este cariño tan gratuito al que ellos correspondían tan mal. No podían soportar que alguien los quisiera tal cual eran, sin esperar nada a cambio. Y buscaron la manera de ganarse ese amor por sus méritos.

Uno trató de corregir sus defectos para hacerse más digno del amor que recibía, pero no lo podía conseguir.

Otro trató de ser tan bueno con la monja como ella lo era con él, pero era egoísta y no atinaba a ser lo cariñoso que quería.

Otros se sintieron tan indignos de la caridad de aquella persona, que se fueron de la casa para convivir con gente cuya amistad fuera como la de ellos.

Otros se resistieron y se pusieron agresivos, porque en el fondo deseaban que ésta fuera interesada y egoísta como ellos.

Pero otros, decidieron ser más humildes y aceptar ser queridos tal cual eran y sin condiciones. Esto los liberó de sus complejos y tensiones y les dio mucha paz y aceptación de sí mismos, y les ayudó a querer a sus otros compañeros tal como eran, y a aceptarse unos a otros sin condiciones y gratuitamente.

No hay más que una sola clase de buen amor, pero hay mil copias diferentes” (Le Rochefoucould)

El buen amor es el de Dios. El ama y perdona. Nosotros tenemos dificultades en admitir ese amor, porque El nos ama gratuitamente, sin fijarse en nuestros méritos. Nosotros no estamos de acuerdo con ese proceder. A pesar de ser imágenes de Dios, “copias” mal logradas, a nuestro comportamiento le falta acogida, comprensión, tolerancia, perdón…

El amor es vida para todos, pero principalmente para los niños. Dicen que la falta de amor acabó en el siglo XIX con más de la mitad de los niños nacidos. La falta de una mano cariñosa, de una mirada, de una palabra tierna, del abrazo materno, debilitaron y llevaron a la muerte a aquellos niños para los que la vida no tenía ningún sentido.

Siempre que se ama al otro, se logra de él que viva seguro, en paz, aceptado y feliz.

Quien ha conocido a Dios, su amor, no puede por menos de amar. A su vez, podemos llegar a conocer a Dios entrenándonos en el deporte del amor. “Yo siempre he creído que el mejor medio de conocer a Dios es amar mucho.” (Vicent Van Gogh).

Ámame más, Señor, para quererte, Límpiame más y más y podré verte. Mírame y despeja de mi frente el calor que sufro que es de muerte. Hazme sentir tu amor y tus desvelos para que así pueda no dormirme en laureles y fracasos de otros tiempos. Ámame más, Señor, para quererte.

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