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Eclesiastés 4: La opresión de los débiles

La actuación de un sabio

En tres ejemplos muestra el Predicador las ventajas de una conducta verdaderamente sabia; las tres introducidas por la expresión “mejor” (en nuestra versión). Mejor la vida sosegada con lo poco que lo mucho con duro trabajo y sin tener en cuenta que nadie está seguro de disfrutar del fruto de una ambición desmedida; mejor gozar de la compañía de amigos que vivir en una peligrosa soledad; mejor un joven pobre y sabio que un anciano, rey y necio. El último ejemplo, sin embargo muestra la relatividad de una actitud sabia cuando ésta depende de la apreciación popular. Ya sabemos que para nuestro sabio lo que realmente alcanza la condición de sabiduría es el contentamiento con lo que Dios ha dispuesto para nuestra vida.

Mejor es una mano llena de sosiego… (versículo 6). Los israelitas habían aprendido en su historia que lo que Dios da es suficiente; sabían que a veces hay una larga distancia entre lo mucho y Dios; que el temor de Jehová y la justicia dan un valor inapreciable a lo poco; y que Dios puede disipar lo mucho que se procura el hombre. Ni se pregunta (versículo 8) quiere decir que no debemos reflexionar sobre las cosas. El caso es el soltero que no tiene hijos ni otros para disfrutar de sus bienes. Por eso, ¿para qué preocuparse tanto por las cosas materiales?

Mejor dos que uno solo (versículo 9), donde el solo fracasa el acompañado triunfa y lo va a mostrar con tres ejemplos. Si caen… si duermen juntos… si uno es atacado (versículos 10-12). En cualquier caso la ventaja está en el acompañado. Mas, ¡ay del solo! Y un cordel triple… (versículo 12). Posiblemente es un refrán popular, como siempre, oportunamente citado por el autor.

Mejor es un muchacho pobre (versículos 13-16). El tercer ejemplo tiene visos de hecho histórico, y se han propuesto varios casos que lo expliquen. Bíblicamente la historia de José en Egipto tiene la posibilidad de ser el antecedente que inspira al Predicador, pero el final de la historia no se ajusta al relato bíblico. Era sin fin todo el pueblo que estaba delante de él (versículo 16). Un personaje de la historia comentó sobre su propio caso: “Hay más adoradores del sol naciente que del sol poniente.” Pero el entusiasmo popular así como se enciende se apaga o sencillamente pasa la generación de la hazaña del héroe y éste es olvidado. La gloria de un momento se torna en otro momento en vanidad y conflicto de espíritu.

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