Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. La vida vale más que la comida, y el cuerpo más que la ropa. Miren los cuervos que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? Pues si no pueden hacer ni aun lo más pequeño, ¿por qué se preocupan por las demás cosas? ¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! Por tanto, no anden afligidos, no se preocupen, preguntándose: ‹¿Qué vamos a comer?› o ‹¿Qué vamos a beber?› o ‹¿Con qué vamos a vestirnos?› Porque todas estas cosas son las que preocupan a la gente del mundo, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas. Mateo 6:25-34; Lucas 12:22-31
Debemos empezar nuestro estudio de este pasaje asegurándonos de que entendemos lo que Jesús está prohibiendo y lo que está demandando. La Versión Autorizada inglesa lo traduce por algo así como: «No penséis en el mañana.» Parecerá extraño, pero esa fue la primera versión inglesa que lo tradujo de esa manera. De los traductores anteriores, Wyclif puso el equivalente de: «No os afanéis por vuestra vida,» que es lo que decía la Reina-Valera. 1960. Otros traductores ingleses anteriores, Tyndale, Cranmer y la Biblia de Ginebra ponían algo así como: «No tengáis cuidado por vuestra vida.» Usaban la expresión en el sentido literal de estar llenos de cuidados. Las versiones antiguas eran de hecho más acertadas. No es la previsión normal y prudente que es propia del ser humano lo que Jesús prohíbe aquí; es la preocupación. Jesús no aboga aquí por una actitud descuidada, imprevisora, pasota, de ir a salto de mata por la vida; lo que prohíbe es el cuidado timorato y paralizador que se quita toda la alegría de la vida.
La palabra que se usa aquí en el original es merimnán, que quiere decir preocuparse ansiosamente «No os acongojéis,» dice la antigua Reina-Valera; «No os angustiéis,» la Reina-Valera de 1995. El nombre correspondiente es mérimna, que quiere decir preocupación, ansiedad. En una carta escrita en un papiro, una mujer le escribe a su marido ausente: «No puedo dormir ni de noche ni de día, por la preocupación (mérimna) que tengo de si te encontrarás bien.» Una madre, al tener noticias de la buena salud y prosperidad de su hijo, le contesta a su carta: «Esa era toda mi oración y toda mi ansiedad (mérimna).» El poeta Anacreonte escribe: «Cuando bebo vino, se me adormecen las preocupaciones (mérimna).» Esta palabra es la normal en griego para la ansiedad, la preocupación y el cuidado.
Los mismos judíos estaban muy familiarizados con esta actitud ante la vida. Sus grandes rabinos enseñaban que un hombre debía enfrentarse con la vida con una combinación de prudencia y serenidad. Insistían, por ejemplo, que todos los padres debían enseñarles a sus hijos una profesión; porque, decían, el no enseñarles una profesión era enseñarles a robar. Es decir: creían en dar todos los pasos necesarios para llevar una vida prudente. Pero al mismo tiempo decían: «El que tiene un pan en la cesta, y dice: «¿qué comeré mañana?» es un hombre de poca fe.»
Jesús está aquí enseñando una lección que sus compatriotas ya sabían muy bien: la lección de la prudencia y de la previsión y de la serenidad y de la confianza combinadas.