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Deuteronomio 33: Moisés bendice a las doce tribus de Israel

Deu 33:26 No hay como el Dios de Jesurún, Quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda, Y sobre las nubes con su grandeza.

Deu 33:27 El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye.

La canción de Moisés declara que Dios es nuestro refugio, nuestra única seguridad verdadera. Cuántas veces confiamos nuestras vidas a otras cosas: quizá al dinero, a una carrera profesional, a una noble causa o a un sueño de toda la vida. Pero nuestro único refugio es el Dios eterno, el que siempre estira sus brazos para sostenernos cuando los soportes tambaleantes en los que confiamos se derrumban y caemos. Ninguna tormenta puede destruirnos cuando nos refugiamos en El. Sin embargo, aquellos sin Dios deberán ser siempre cautelosos. Un error puede aniquilarlos. Vivir para Dios en este mundo puede parecer un negocio riesgoso. Pero son los impíos los que están en arenas movedizas. Ya que Dios es nuestro refugio, podemos atrevernos a ser audaces.

Deu 33:28 E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola En tierra de grano y de vino; También sus cielos destilarán rocío.

Deu 33:29 Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, Pueblo salvo por Jehová, Escudo de tu socorro, Y espada de tu triunfo?

Así que tus enemigos serán humillados, Y tú hollarás sobre sus alturas.

Estos versículos de conclusión, en estilo salmódico, corresponden a la introducción poética y solemne del documento de las bendiciones, constituyendo como su marco teológico. Enfáticamente se proclama al Dios de Israel (Yesurún) como habitando en los cielos, dominando con su majestad a los enemigos de su pueblo, que expulsa implacablemente de su territorio. Es el refugio y el sostén de Jacob. Por ello Israel mora en seguridad, en lugar aparte, en la tierra rica en trigo y mosto por el roció que baja de los cielos. La expresión fuente de Jacob resulta extraña y enigmática, pero parece un giro poético que alude a la ascendencia ubérrima del patriarca Jacob, del que habían de provenir, como de abundante fuente, las miríadas de Israel. El poeta deuteronómico termina cantando la dicha de Israel, defendido por el escudo y la espada de su Dios.

La bendición de Moisés

Introducción

Esta sección introduce la bendición de Moisés para las tribus de Israel. En el antiguo Israel era costumbre que un padre bendijera a sus hijos antes de morir. Isaac bendijo a Jacob y Esaú; Jacob bendijo a José y a todos su hijos. Moisés, el líder supremo de Israel, bendice al pueblo como un padre bendice a sus hijos.

La bendición de Moisés presenta varios problemas de interpretación. Por cuanto la bendición de las tribus refleja una condición histórica que presupone la conquista, muchos autores han propuesto el período de los jueces como la fecha de composición para la bendición. Esto indica que el autor de la bendición es desconocido. Aquellos que declaran que el heb. arcaico presente en el texto demanda una fecha de composición antigua, insisten en que Moisés es el autor de la bendición.

Otro problema es la ausencia de Simeón. Cada tribu de Israel recibe una bendición con la excepción de la tribu de Simeón, la cual no aparecen entre las doce tribus. En su lugar aparece las dos clanes de José, Efraín y Manasés que son considerados dos tribus en Israel. Leví también aparece en las listas de las tribus, aun cuando la tribu sacerdotal no había recibido una porción de la tierra de Canaán como su herencia.

El editor del libro de Deuteronomio identifica a Moisés como el hombre de Dios. La designación hombre de Dios es usada principalmente para identificar a los profetas de Israel. Aquí el título describe la relación íntima que Moisés tenía con Jehová. Este, en su revelación, había hablado con Moisés personalmente, como habla un hombre con su amigo. Durante estos encuentros, Jehová declaraba su voluntad a Israel por medio de Moisés, quien actuaba como el mediador entre el pueblo y Dios.

Moisés describe de una manera gráfica la manifestación teofánica de Jehová. Dios vino de Sinaí y de Seír. Esta es la única ocasión donde el nombre Sinaí aparece en el libro de Deuteronomio para describir el monte donde Jehová había revelado su gloria a Moisés y a Israel. En vez de Sinaí, el libro de Deuteronomio usa Horeb para describir el monte donde Jehová estableció el pacto con Israel. Horeb era el nombre que usaban las tribus del norte. El monte Seír está localizado al sur del mar Muerto. La localidad del monte Parán es desconocida.

Se mencionan dos elementos de la teofanía: resplandor y fuego, pero el texto de este versículo es muy difícil de traducir al castellano. Es posible traducir el texto así como aparece en la RVA: y vino con miríadas de santos. Esta traducción sigue la LXX y la Vulgata. El texto heb. dice: “vino de Ribeboth Kodesh”, una posible referencia a MeribaCades. La traducción de la RVA representa a Jehová como el guerrero divino, marchando enfrente de su ejército celestial para proteger a su pueblo. Esta traducción asocia el fuego refulgente del con la manifestación teofánica de Jehová, aun cuando el significado del heb. es oscuro. Jehová aparece para proteger a Israel porque él ama a su pueblo. La palabra pueblos es plural y es usada aquí para referirse a la totalidad de las tribus. La palabra santo para describir a Israel en el establece que la nación es un pueblo consagrado al servicio de Jehová.

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