El deuteronomista se muestra obsesionado por la idea de la prevaricación idolátrica de Israel. Unas veces es el temor de que se deje llevar del culto idolátrico, otras es la certidumbre de su prevaricación. Yahvé revela a su profeta el futuro prevaricador de su pueblo, por lo que esconderá su rostro de él, es decir, se apartará, privándole de su protección.
La declaración de Yahvé es solemne, y por eso Moisés y Josué deben presentarse ante el tabernáculo de la reunión para recibir sus órdenes concretas para que las pongan por escrito. Se alude a la orden de establecer a Josué como sucesor de Moisés. Moisés impuso sus manos sobre su sucesor, delegándole su poder ante el sacerdote Eleazar. La declaración actual del deuteronomista puede considerarse como una confirmación del nombramiento anterior.
El cántico que Moisés debe poner por escrito debe ser como un testimonio profético de las prevaricaciones futuras de Israel, que se prostituirá a dioses extranjeros. Yahvé es su verdadero esposo, pero el pueblo israelita espera encontrar en los ídolos cana-neos la bendición para su tierra. Por ello será abandonado de Yahvé, que esconderá su faz, dejándole desamparado ante sus enemigos. La consecuencia serán los infortunios que tendrá que sufrir en medio de las gentes.
Es la introducción al cántico que el deuteronomista pone en boca de Moisés como vaticinio de las prevaricaciones futuras de Israel.
La elección de Josué
Los últimos tres capítulos de Deuteronomio forman una serie de conclusiones del libro. Los temas de estos capítulos son la transición de liderazgo de Moisés a Josué, su sucesor, la despedida y la muerte de Moisés.
Moisés ya había presentado el pacto a Israel. La congregación había aceptado las demandas de la alianza con Dios y el pueblo había renovado el pacto hecho con Israel en el monte Sinaí. Moisés ahora se prepara para transferir el liderazgo de la nación a Josué, el nuevo líder que iba a conducir al pueblo en la conquista de la tierra prometida. La elección de Josué como el nuevo líder de Israel ya había sido mencionada.
En la ocasión de la transferencia de liderazgo de Moisés a Josué, Moisés era una anciano de 120 años. En el AT 40 eran considerados los años de una generación. Moisés había vivido el equivalente de tres generaciones. Por causa de su edad, Moisés no podía continuar como el líder del pueblo. La expresión no puedo salir ni entrar significaba “dirigir el pueblo”. La conquista de Canaán sería difícil e Israel necesitaba un líder que pudiera salir con el ejército israelita y pelear contra los cananeos y volver de las batallas en forma victoriosa. Además, a Moisés le había sido prohibido entrar en la tierra prometida por causa de su pecado.
El verdadero líder de Israel era Jehová. Era él quien cruzaría el río Jordán delante del pueblo. Era él quien daría a Israel la victoria contra sus enemigos. Pero Jehová haría su obra por medio de su representante. Josué había sido designado por Jehová para liderar al ejército israelita en la campaña de conquistar a las naciones que habitaban en Canaán.
Con Josué al frente del ejército, Jehová iba a conquistar las naciones cananeas así como él había conquistado a Sejón y Og, los reyes amorreos.