El castigo corporal era practicado en Israel, pero el AT no menciona cuáles ofensas merecían el castigo por azote. Según la ley, la persona culpable era condenada a ser azotada. El número de azotes a ser infligido a la persona culpable sería de acuerdo con el delito cometido. El número máximo de azotes que una persona podía recibir era cuarenta. Recibir más de cuarenta azotes era una ofensa contra la persona culpable. Por esta razón, para evitar que el castigo excediera el número máximo permitido por la ley, el número de azotes fue cambiado a 39. Pablo declaró que él había recibido 39 azotes más de una vez. Esta limitación del castigo por azote una vez más refleja el sentimiento humanitario que está presente en la ley deuteronómica y enfatiza el concepto de la dignidad humana que existía en la sociedad israelita.
El respeto por los animales
El mandamiento de no ponerle bozal al buey mientras estaba trillando refleja el profundo respeto que tenían por el trabajo de los animales. Ellos literalmente sacrificaban sus vidas para servir al dueño. Se consideraba una crueldad ponerle bozal, impidiendo que el animal tomara un bocado de vez en cuando de la paja o el grano donde estaba trillando.
Hoy hay un clamor en contra de la crueldad hacia los animales, y personas son metidas en las cárceles y les son impuestas multas por el maltrato o la falta de alimentación adecuada. Refleja un respeto por los animales que nos sirven y nos proveen compañerismo y protección.
El buey que trilla
En una sociedad donde la economía dependía casi exclusivamente de la agricultura, el uso de los animales para plantar y cosechar era muy común. El buey se usaba ampliamente por los israelitas durante la cosecha del grano. La ley deuteronómica que prohíbe el colocar un bozal al buey que trilla refleja el sentimiento tan común en Deuteronomio. Aun cuando el dueño del campo tenía derecho de ejercer poder sobre el animal, el animal que trabajaba en la cosecha tenía derecho de comer de las espigas a su alcance.
La tendencia humanitaria del deuteronomista se manifiesta aun en las leyes que se refieren a los animales. La ley deuteronómica prohíbe que el dueño trabaje su buey en el día sábado. Ahora permite que el buey coma mientras trabaja. El libro de Proverbios declara que “el justo se preocupa por la vida de sus animales”. Pablo cita dos veces este versículo acerca del buey que trilla para defender la posición de que el obrero es digno de su sueldo. Su argumento fue que así como el buey que trabajaba para su dueño tenía derecho de comer del grano, aquellos que predican el evangelio tienen el derecho de recibir un pago adecuado por su trabajo en el ministerio del evangelio.
El matrimonio levirático
El propósito de la ley del matrimonio levirático era para preservar la propiedad de un hombre que moría sin dejar un heredero. Esta ley era antigua en Israel y aparece en la narrativa de los patriarcas. El caso de Judá y Tamar claramente indica que la ley era conocida en Israel y que Onán, el hijo de Judá, fue castigado porque no quiso ejercer su responsabilidad de dar un heredero a su hermano.