Los profetas reprenden frecuentemente la diversidad de pesas y medidas en las transacciones comerciales. Se recomiendan pesas y medidas justas. El no haber control oficial de pesas y medidas daba ocasión para que los comerciantes abusaran, procurándose unas medidas grandes para comprar y otras más pequeñas para vender. El legislador deuteronómico se contenta con amenazar con el juicio de Dios. El código de Hammurabi impone la pena capital por los fraudes en materia comercial.
Orden de exterminar a Amalec
Deu 25:17 Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto;
Deu 25:18 de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios.
Deu 25:19 Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.(E)
“Acuérdate de lo que te hizo Amalee en el camino, a la salida de Egipto; cómo, sin temor de Dios, te asaltó en el camino y cayó sobre los rezagados que venían detrás de ti cuando ibas tú cansado y fatigado. Cuando Yahvé, tu Dios, te dé el reposo, librándote de todos tus enemigos en derredor, en la tierra que El te dará en heredad para que la poseas, extinguirás la memoria de Amalee de debajo del cielo; no lo olvides.”
El caso de los amalecitas condenados al anatema es digno de especial consideración. Se proclama guerra perpetua contra Amalee por haber atacado a los israelitas al salir de Egipto. El deuteronomista se expresa en los mismos términos, y Saúl es reprobado por no haber ejecutado esta sentencia con todo rigor. La verdad es que los amalecitas eran un pueblo nómada, que habitaba en lo más pobre de los desiertos que rodean Israel, y por ello tenía que vivir de la razzia sobre los pueblos sedentarios, más ricos que ellos, o sobre los caminantes de la estepa. Con un pueblo así no era posible la paz, como no lo es con los salteadores y ladrones. Sus frecuentes violencias acumulaban resentimientos y venganzas en los pueblos asaltados. La justicia exigía aplicarles las más rigurosas penas, que en el derecho antiguo era el anatema o extirpación total de la población. Tal fue la sentencia encomendada por Samuel a Saúl. Pero el anatema no era tan fácil de ejecutar al pie de la letra, porque los amalecitas, como nómadas y divididos en diversas agrupaciones móviles, eran difíciles de apresar. Así, a pesar de las matanzas bárbaras organizadas por Saúl, aparecen apoderándose de cuanto David tenía en Siceleg. Sobre todo, lo que el deuteronomista recuerda contra los amalecitas es su asalto contra los israelitas extenuados, que salían de Egipto sin aires guerreros. Esto era contrario a las leyes humanitarias del desierto, según las cuales se debe auxiliar al necesitado, hambriento y extraviado.
Límites del castigo corporal
El intento de esta ley es de resolver las diferencias en el pleito entre dos personas. La palabra pleito (heb. rib)es un caso legal que demandaba la intervención de una corte y la decisión de un juez. Cuando dos personas tenían un problema legal y no podían resolver el caso, ellos venían a la presencia de un juez quien decidía cuál era culpable o inocente. La responsabilidad del juez era de absolver a la persona inocente y condenar a la persona culpable.
Si la persona culpable era condenada a ser azotada, la sentencia tenía que ser aplicada en la presencia del juez. Esto aseguraba que la persona culpable no recibiría más ni menos del castigo merecido.