Ley contra la prostitución ritual. La práctica de la prostitución sagrada era común en las religiones de fertilidad en el antiguo Cercano Oriente. En las religiones que usaban estas prácticas la prostitución sagrada era el medio de garantizar para los adoradores de los dioses y las diosas, la fertilidad del campo, de los animales y de los seres humanos. La relación sexual atraía a hombres y mujeres que se prostituían en sacrificio agradable a sus dioses, para inducir a los dioses y las diosas a desenlazar el poder procreador en el vientre de las mujeres, del suelo y de los animales.
La palabra traducida prostituto sagrado y prostituta sagrada es qadesh y qedeshah. Estas dos palabras en heb. lit. se traducen “los santos” o “los consagrados” y son términos técnicos para designar a las personas que servían en el templo cananeo en el culto de Asera, la diosa de la fertilidad.
La ley deuteronómica prohibía a los israelitas que sirvieran en el templo como prostitutos. La prostitución sagrada era una abominación a Jehová y su práctica era completamente contraria a los valores morales y espirituales presentes en el pacto entre Dios e Israel. La religión de Israel no podía ser separada de una vida pura y santa, una vida consistente con la personalidad de su Dios. Pero, las muchas referencias a la prostitución sagrada en el AT son evidencias de que la inmoralidad sexual característica de la religión de Asera se había infiltrado y contaminado a la religión de Israel.
Además de la ley que prohibía la prostitución sagrada de los israelitas, la ley deuteronómica prohibía traer a la casa de Jehová el dinero recibido en la prostitución. El pago de un voto hecho a Dios era la manera en que una persona expresaba su gratitud por una bendición recibida de Dios. Pero ningún voto podía ser pagado con el sueldo de prostitución, porque tal práctica era una abominación a Jehová. Las palabras que se usan para designar el prostituto y la prostituta son diferentes. La palabra prostituta es zonah, una palabra generalmente usada para designar una prostituta de la calle. La palabra prostituto es caleb, una palabra que literalmente significa “perro”. La palabra caleb se usaba para el prostituto homosexual y también para designar a un funcionario del templo que vendía su cuerpo en el culto de la fertilidad. La ley, por lo tanto, declaraba que Jehová consideraba que los prostitutos en el templo y a las prostitutas en la calle eran una abominación y que él no aceptaba la ganancia inmoral como una oferta agradable de su pueblo.
La influencia del medio Los israelitas tenían que enfrentarse con una cultura saturada de lujuria que se expresaba en la forma de prostitución ritual en los templos paganos. Seguramente el predominio de estos templos y lugares donde se practicaban las formas más bajas de sensualidad representaría una atracción y una tentación constante para los israelitas. Por eso, la expresión clara de prohibición cabía como modo de prevenir la caída en el pecado.
Hay paralelos de esta situación en nuestro medio hoy en día. Una visita al almacén de víveres para comprar los comestibles nos hace enfrentarnos con las revistas que tienen títulos llamativos para capturar nuestra atención. A veces el escuchar las noticias en la televisión nos expone a información pornográfica. Uno tiene que ejercer la voluntad para resistir la tentación de demorar y mirar tales presentaciones. Pero necesitamos mantenernos en comunión constante con Dios y orar, pidiendo fuerzas para resistir el mal.
Las leyes del cobro de interés. La ley del interés una vez más enseña el espíritu humanitario del deuteronomista. El intento de esta legislación era para ayudar a un miembro de la comunidad que era financieramente pobre. Por cuanto la mayoría de los israelitas vivían del campo, uno dependía de la constancia de la naturaleza. Un desastre natural, una tormenta, un terremoto o una sequía podía traer un desastre en la vida de una familia o causar la pérdida de posesión. El resultado sería la pobreza del individuo y de su familia. Pero la pobreza podía ser eliminada y la vida restaurada si una persona prestaba a su hermano necesitado. El texto presupone que la persona que pedía prestado y la persona que prestaba eran israelitas. Pero ningún israelita podía cobrar interés de otro israelita. Si uno tenía la oportunidad de ayudar a su hermano, debía hacerlo por gratitud a Dios y no por deseo de aumentar su fortuna.
Un israelita tenía derecho de prestar su dinero con interés a un extranjero. Aquí, el extraño (nokri) no era el forastero (ger). Un ger era un extranjero asimilado a la comunidad de Israel. El nokri era una persona que no pertenecía a la comunidad del pacto.
La predicación de los profetas indica que el deseo de enriquecerse a través del infortunio de otra persona era muy común en Israel. Los profetas criticaron severamente la avaricia insaciable de los ricos que oprimían a los israelitas pobres.
Verdades prácticas Nuestra vida diaria se basa en una economía un poco diferente a lo que vivían los israelitas, que eran beduinos principalmente. La mayoría de nosotros trabajamos por un sueldo mensual, y con el pago tratamos de cubrir los costos de la vivienda, la comida, la ropa, y los demás gastos que son múltiples. Hoy difícilmente podríamos vivir sin préstamos que envuelven el cobro de intereses. Esta circunstancia permite que muchas personas contraigan deudas y compromisos más allá de lo sabio y de sus capacidades para pagar. Después de un tiempo descubren que un porcentaje muy alto de sus ingresos va para pagar los intereses de las deudas.
Nos conviene tratar de evitar contraer deudas, excepto por las cosas más necesarias para nuestro funcionamiento normal. Y debemos cancelar las deudas que cobran las tasas de interés demasiado altas lo antes posible.
Cumplimiento de los votos. En la religión de Israel, hacer votos a Dios era estrictamente voluntario. Había dos razones principales que motivaban a un adorador a hacer un voto a Dios. Generalmente, el adorador prometía dar a Dios o hacer algo para él, por causa de una bendición recibida. En momentos de necesidad o angustia, el adorador prometía algo con el propósito de recibir ayuda divina. La ley deuteronómica enfatiza la necesidad de cumplir la promesa hecha a Dios. La promesa era hecha voluntariamente, pero una vez hecha la persona que había prometido tenía la obligación de hacer lo que había prometido. La persona que no cumplía su promesa era culpada de pecado. Si una persona no hacía promesa esto no era pecado porque Jehová no esperaba que su pueblo le hiciera promesas.