En la Abadía de Westminster en Londres, una de las primeras tumbas que se pueden ver al entrar en la catedral es la del gran misionero David Livingstone. Sobre ella están grabadas las palabras de Jesús: «También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer. . .».
Fue enviado a Africa como médico misionero por la Iglesia de Escocia y allí sirvió Livingstone por más de tres décadas.
Una sociedad misionera de Africa del Sur le escribió a Livingstone diciéndole que tenían algunos hombres piadosos que quisieran enviar para ayudarle. Al propio tiempo inquirían si había buenas carreteras para llegar al lugar donde en ese momento se encontraba Livingstone.
El gran misionero les contestó diciéndoles: «Si tienen ahí algunos hombres que sólo vendrán si hay buenas carreteras, no los quiero aquí. Sólo quiero hombres que vengan aunque no haya caminos. »