Daniel 3: El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro

Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron presionados para negar a Dios, pero decidieron ser fieles ¡a cualquier precio! Confiaron en que Dios los libraría, pero estaban determinados a ser fieles a pesar de las consecuencias. Si Dios siempre rescatara a los que le son fieles, los cristianos no necesitarían fe. Su religión sería una gran póliza de seguro y habría filas de gente egoísta listas para adquirirla. Debemos ser fieles a Dios ya sea que intervenga o no en nuestro favor. Nuestra recompensa eterna vale cualquier sufrimiento que tengamos que resistir.

Daniel 3:16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.

Daniel 3:17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.

Daniel 3:18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

Daniel 3:19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.

Esta es una dramática ilustración de la presencia y protección del Señor junto a la gente que sufre por su testimonio. El cuarto hombre constituye una Cristofanía (manifestación del Mesías preencarnado), reconocido por Nabucodonosor . . . como semejante a hijo de los dioses .

Daniel 3:20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

Daniel 3:21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

Daniel 3:22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

Daniel 3:23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

Daniel 3:24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

Daniel 3:25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

Era obvio que esta cuarta persona no era humana. No podemos estar seguros de quién era ese cuarto hombre. Pudo haber sido un ángel o una aparición de Cristo. En cualquier caso, Dios envió a un visitante celestial para que acompañara a estos hombres fieles durante su momento de gran prueba.

Daniel 3:26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

Nabucodonosor reconoció que la salvación de los hebreos había sido obra de Dios.

Daniel 3:27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

Ni el fuego ni el calor los tocó. No se encontró ninguna quemadura en ellos, ¡y ni siquiera olían a humo! Sólo la soga que los ataba se había quemado. Ningún humano puede atarnos si Dios quiere librarnos. El poder que tenemos a nuestro alcance es el mismo que liberó a Sadrac, Mesac y Abed-nego y que levantó a Cristo de los muertos. Confíe en Dios en medio de cada prueba. Las pruebas temporales llegan por motivos eternos; podemos agradecer que nuestro destino esté en manos de Dios, no en las del hombre.

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