Daniel 10: Visión de Daniel junto al río

Daniel 10:1 Visión de Daniel junto al río. En el tercer año de Ciro, rey de Persia,[a] fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar.[b] La palabra era verdadera y el conflicto grande, pero él comprendió la palabra y tuvo inteligencia en la visión.

Este versículo resume los capítulos 10-12. Se refiere al 536 a.C., unos dos años tras el retorno de Zorobabel.

Esta es la visión final de Daniel (536 a.C.). En ella recibe un discernimiento mayor en cuanto la gran batalla espiritual entre el pueblo de Dios y los que quieren destruirlo. Incluso hay más información detallada sobre el futuro, específicamente las batallas entre los reyes tolemaicos (del sur) y los reyes seléucidas (del norte). 

Antes de esta visión, Ciro permitió que los judíos regresaran a Jerusalén. ¿Por qué no regresó Daniel a Jerusalén? Probablemente ya era demasiado viejo para hacer el largo y difícil viaje (tenía más de 80 años). Sus deberes en el gobierno pudieron habérselo impedido. O tal vez Dios le dijo que no fuera para completar la obra para la cual lo había llamado.

Daniel 10:2 «En aquellos días yo, Daniel, estuve afligido por espacio de tres semanas.

Daniel 10:3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas.[c]

Daniel 10:4 El día veinticuatro del primer mes estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.[d]

Daniel 10:5 Alcé mis ojos y miré, y vi un varón[e] vestido de lino y ceñida su cintura con oro de Ufaz.[f]

Daniel 10:6 Su cuerpo era como de berilo, su rostro parecía un relámpago, sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.[g]

La persona que vio Daniel era un ser celestial. Algunos comentaristas creen que debió ser una aparición de Cristo, mientras que otros dicen que fue un ángel (porque requirió la ayuda de Miguel). En cualquier caso, Daniel tuvo una visión de la batalla entre los poderes sobrenaturales del bien y el mal.

Daniel 10:7 »Sólo yo, Daniel, vi aquella visión. No la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor y huyeron y se escondieron.

Daniel 10:8 Quedé, pues, yo solo ante esta gran visión, pero no quedaron fuerzas en mí, antes bien, mis fuerzas se cambiaron en desfallecimiento, pues me abandonaron totalmente.

Parece que Daniel está afligido debido a las noticias que continuamente recibe sobre la situación en Jerusalén. El mensajero celestial inspiraba temor y tenía una apariencia resplandeciente, a semejanza de los cuatro seres de Ezequiel 1.

Daniel 10:9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oir el sonido de sus palabras caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

Daniel 10:10 Y una mano me tocó e hizo que me pusiera sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

Daniel 10:11 Me dijo: “Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que he de decirte y ponte en pie, porque a ti he sido enviado ahora”. » Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.

La manifestación de seres celestiales refuerza el carácter divino del mensaje de Daniel

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