Una mujer cruzó apresurada la calle sin prestar mucha atención a los vehículos que iban y venían en ambas direcciones. El resultado fue que uno de ellos, por no golpearla, hizo un rápido viraje. Pero fue materialmente imposible evitar darle un fuerte golpe que la lesionó, y tampoco pudo evitar colisionar con otro vehículo aparcado cerca. La situación se complicaba por la falta de medios para auxiliar a la pobre mujer.
En seguida se arremolinó la gente y muchos profirieron las habituales expresiones de lástima, pero nadie hacía nada en concreto.
Al fin, uno de los presentes, molesto por tantas expresiones vacías, dijo dirigiéndose a los demás:
— «La lástima no soluciona nada. Yo tengo cien pesos de compasión y aquí están. ¿Cuánta compasión tiene usted?»