Se cuenta que, en cierta ocasión, un hombre muy rico pidió a su yerno, arquitecto, que le construyera una casa de primera clase sin escatimar esfuerzos ni se preocupara por los gastos. Sin embargo, el joven arquitecto aprovechó la oportunidad para buscar los materiales más baratos, pero cobrando como si fueran materiales caros. De esta manera se quedó con algún dinero.
Cuando el proyecto estuvo terminado, recibió una de las más desagradables sorpresas de su vida. El suegro había tenido la idea de hacerle un buen regalo de matrimonio y ahora le entregaba las llaves de la casa, la cual el joven había construido con materiales malos y sin mucho cuidado.
Lo que sembramos recogemos.