Hypomoné se traduce por paciencia en la Reina-Valera en casi todos los casos; pero no quiere decir paciencia en el sentido corriente de bajar la cabeza y dejar pasar la marea de los acontecimientós,_ sin ofrecer resistencia. Quiere decir, no solamente la habilidad de soportar cosas, sino la habilidad, al soportarlas, de cambiarlas en gloria. Es una paciencia conquistadora.
Hypomoné es la habilidad de tratar triunfalmente cualquier cosa que la vida nos pueda hacer.
Makrothymía se suele traducir por longanimidad o por paciencia en la Reina-Valera. Quiere decir básicamente paciencia con las personas. Es la cualidad de mente y de corazón que le permite a uno soportar a las personas desagradables, maliciosas y crueles sin dejarse amargar, y sin que su torpeza le haga a uno desesperar, ni su necedad le irrite, ni su desamor altere su amor.
Makrothymía es el espíritu que no pierde nunca la paciencia con las personas, ni deja de creer y esperar en ellas. Así es que Pablo pide para sus amigos hypomoné, la fortaleza que no se deja dominar en ninguna situación, y makrothymía, la paciencia que ninguna persona puede derrotar. Pide que los cristianos sean tales que ninguna circunstancia pueda derrotar su fuerza ni ningún ser humano pueda derrotar su amor. La fortaleza del cristiano ante los acontecimientos y su paciencia con las personas deben ser indestructibles.
Además de todo esto pide gozo. El camino cristiano no es una pelea lúgubre con las circunstancias y las personas, sino una actitud radiane y soleada ante la vida. El gozo cristiano se mantiene en cualesquiera circunstancias. Como C. F. D. Moule decía: « Si el gozo no está enraizado en el suelo del sufrimiento, es superficial.» Es fácil estar gozoso cuando las cosas nos van bien; pero la luminosidad cristiana es algo que no pueden ahogar todas las sombras de la vida.
Por tanto la oración cristiana es: «Dame, Señor, la victoria sobre todas las circunstancias, la paciencia con todas las personas, y el gozo que ninguna circunstancia ni persona me pueda quitar.»
La gran acción de gracias
Dadle gracias al Padre Que nos capacitó para tener parte en la herencia del pueblo consagrado a Dios en el reino de la luz; porque El nos ha rescatado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de Su amado Hijo, en Quien tenemos redención y perdón de pecados.
Pablo pasa a una gozosa acción de gracias por los beneficios que ha recibido en Cristo el cristiano. Aquí hay dos ideas clave.
(i) Dios ha dado a los creyentes colosenses una parte en la herencia del pueblo consagrado a Dios. Hay en todo este pasaje una muy estrecha relación con las palabras de Pablo en Hechos cuando le dijo a Agripa que la obra que Dios le había dado era: «Abrirles los ojos para que se vuelvan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios, para que reciban perdón de pecados y un lugar entre los que son santificados mediante la fe en Dios» (Hechos 26:18). El primer privilegio es que se *les ha dado a los gentiles una participación en la herencia del pueblo escogido de Dios. Los judíos habían sido siempre el pueblo escogido de Dios, pero ahora se les ha abierto la puerta a todos los seres humanos.
(ii) La segunda idea clave está en la frase que dice, como lo ponen algunas versiones modernas, que Dios nos ha transferido al reino de Su Hijo amado, o, como lo hemos traducido nosotros, que Dios nos ha trasladado al reino de Su Hijo amado. La palabra que usa Pablo para transferir o trasladar es el verbo griego methístémi, que tiene un uso especial. En el mundo antiguo, cuando un imperio obtenía la victoria sobre otro, solía deportar los habitantes del imperio derrotado al país del imperio vencedor con todas sus posesiones. Así fue deportada la población del reino israelita del Norte a Asiria, y la del Sur a Babilonia. Así es que Pablo dice que Dios ha trasladado a los cristianos a Su propio Reino. Eso no era una deportación, sino un rescate, e iMplicaba cuatro grandes cosas.
(a) Quería decir un traslado de las tinieblas a la luz. Sin Dios, las personas se mueven a tientas y tropiezan como si anduvieran en la oscuridad. No saben qué hacer, ni adónde van. Viven en las sombras de la duda y en las tinieblas de la ignorancia. Cuando el mártir Bilney leyó que Jesucristo había venido al mundo para salvar a los pecadores, dijo que era como si se le hubiera hecho de día después de una noche tenebrosa. En Jesucristo, Dios nos ha dado una luz en la que podemos vivir y morir.
(b) Quería decir un traslado de la esclavitud ala libertad. Era una redención, que era la palabra para la emancipación de los esclavos y la compra de algo propio que había estado en poder de otra persona. Sin Dios las personas son esclavas de sus temores, de sus pecados y de su propia condición desesperada. En Jesucristo hay liberación.
(c) Quería decir un traslado de la condenación al perdón. El hombre, en su pecado, no merece más que la condenación de Dios; pero mediante la obra de Jesucristo descubre el amor y el perdón de Dios. Ahora sabe que ya no es un criminal condenado ante el tribunal de Dios, sino un hijo que se había perdido, y para el que siempre se mantendrán abiertas las puertas del hogar.