Esta carta os la envía Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, juntamente con el hermano Timoteo, a los que estáis consagrados a Dios y sois hermanos creyentes en Cristo, que vivís en Colosas.
Un cristiano consagrado no puede escribir ni una sola frase sin dejar bien claras las grandes creencias que subyacen en todo su pensamiento. Pablo no había estado nunca personalmente en Colosas, así es que tiene que empezar por aclarar el derecho que tiene a escribirles a los colosenses una carta. Lo hace con una sola palabra: él es un apóstol. La palabra griega apóstolos quiere decir literalmente uno que es enviado. Pablo tiene derecho a escribir porque Dios le ha comisionado para que sea Su embajador a los gentiles. Además, es un apóstol por la voluntad de Dios. No tiene esa profesión porque se lo haya ganado o conseguido, sino porque Dios se lo ha dado. «No Me elegisteis vosotros a Mí -dijo Jesús-, sino que fui Yo Quien os escogí a vosotros» (Juan 15:16). Aquí, en la primera línea, se encuentra toda la doctrina de la gracia. Una persona no es lo que se haya hecho a sí misma, sino lo que Dios la ha hecho.
Pablo asocia consigo a Timoteo, al que da un título entrañable: le llama hermano, título que les da también a Cuarto (Romanos 16:23); a Sóstenes (1 Corintios 1:1); a Apolos (1 Corintios 16:12). Lo que se necesita fundamentalmente en el servicio y en el testimonio cristiano es el espíritu fraternal.
Premanand, el aristócrata indio que se hizo cristiano, recuerda en su autobiografía al padre E. F. Brown, de la Misión Oxford, en Calcuta, que era amigo de todo el mundo, pero especialmente de los conductores de coches de tracción humana, de los tranviarios, de los carreteros, de los trabajadores del servicio doméstico y de los centenares de niños pobres callejeros. Más tarde, cuando Premanand estaba viajando por la India, se encontraba a menudo con personas que habían estado en Calcuta, que siempre le preguntaban por el padre E. F. Brown diciendo: «¿Está vivo todavía aquel amigo de los niños callejeros de Calcuta, que solía pasearse del brazo con los pobres?» Sir Henry Lunn cuenta cómo solía describir su padre a su abuelo: «Era amigo de los pobres sin paternalismo, y de los ricos sin servilismo.»
Para usar una expresión moderna, la primera necesidad del servicio cristiano es que a uno « le caiga bien» todo el mundo.
Timoteo no se nos describe como predicador, maestro, teólogo o administrador, sino como hermano. El que pasa de todo no puede ser nunca un verdadero siervo de Jesucristo.
Otro hecho significativo e interesante es que este encabezamiento se dirige a las personas consagradas a Dios, a los hermanos creyentes en Cristo de Colosas. Pablo cambió en su manera de empezar las cartas. Las primeras las dirigía siempre a la iglesia. 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios y Gálatas fueron todas dirigidas a las iglesias del distrito al que se mandaban.
Pero a partir de Romanos las cartas de Pablo iban destinadas a las personas consagradas a Dios en tal o cual lugar. Así lo vemos en Romanos, Colosenses, Filipenses y Efesios. Conforme Pablo se fue haciendo mayor llegó a ver más y más claro que lo que importaba eran las personas individuales. La iglesia no es una especie de entidad abstracta, sino hombres y mujeres y niños individuales. Conforme fueron pasando los años, Pablo empezó a ver la iglesia en términos de individuos, y de ahí su manera de empezar las cartas.
Los saludos iniciales se cierran con dos frases colocadas en paralelo significativamente. Escribe a los cristianos que están en Colosas y que están en Cristo. El cristiano se mueve siempre en dos esferas. Está en cierto lugar del mundo; pero está también en Cristo. Vive en dos dimensiones: en este mundo, cuyas obligaciones no trata con ligereza; pero por encima de eso vive en Cristo. En este mundo puede que se mueva de sitio en sitio; pero dondequiera que esté, está en Cristo. Por eso las circunstancias externas no influyen decisivamente en el cristiano; su paz y gozo no dependen de ellas. Por eso es por lo que pondrá todo su corazón en cualquier trabajo. Puede que sea servil, desagradable, doloroso, mucho menos distinguido de lo que esperaba; sus compensaciones puede que sean escasas, y el aprecio que le aporte, inexistente; sin embargo el cristiano lo hará todo con diligencia, sin quejarse y con alegría, porque está en Cristo y hace todas las cosas para su Señor. Todos tenemos nuestro propio Colosas, pero estamos en Cristo, y es Él Quien le pone el tono a nuestra vida.
El doble compromiso
¡Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre sean con vosotros! Siempre Le damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, por vosotros en nuestras oraciones; porque hemos tenido noticias de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los que están consagrados a Dios, a causa de la esperanza que os está reservada en el Cielo. De esa esperanza ya habéis oído en la palabra verdadera del Evangelio, que ha llegado hasta vosotros y lleva fruto y crece en vosotros como en todo el mundo, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios tal como es en verdad, como aprendisteis de mi querido consiervo Epafras, que es un fiel siervo de Cristo de nuestra parte, que nos ha dado a conocer vuestro amor en el Espíritu.