Carta de Judas

Los judíos creían en la caída de los ángeles, acerca de la cual se dice mucho en el Libro de Henoc, que parece haber estado a menudo tras el pensamiento de Judas. En relación con esto había dos tradiciones diferentes.

(i) La primera consideraba que la caída de los ángeles había sido debida al orgullo y a la rebelión. Esa leyenda se centraba en torno al nombre de Lucifer, el productor de la luz, el hijo de la mañana. Como lo encontramos en la versión ReinaValera, Isaías escribe: « ¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones» (Isaías 14:12). Cuando volvieron los Setenta con gozo de su misión y Le contaron su éxito a Jesús, Él les advirtió del peligro del orgullo: « Yo vi a Satanás caer del Cielo como un rayo» (Lucas 10:18). La idea que se tenía era que había habido una guerra civil en el Cielo. Los ángeles se levantaron contra Dios, y fueron arrojados; y Lucifer fue el jefe de la rebelión.

(ii) La segunda tradición se hacía eco de la Escritura en Génesis 6:1-4. Según esta línea de pensamiento los ángeles, atraídos por la belleza de las mujeres mortales, abandonaron el Cielo para seducirlas, y así pecaron.

En el primer caso la caída de los ángeles fue debida al orgullo; en el segundo, al deseo de cosas prohibidas. En realidad Judas toma las dos tradiciones y las une. Dice que los ángeles abandonaron su dignidad; es decir, que aspiraron a un oficio que no era para ellos. Y también dice que dejaron su morada; es decir, que vinieron a la Tierra para vivir con las mujeres.

Todo esto nos parece muy extraño; se mueve en un mundo de ideas y tradiciones muy remoto del nuestro. Pero la advertencia de Judas está clara. Dos cosas produjeron la caída de los ángeles: el orgullo y la concupiscencia. A pesar de ser ángeles, y de tener el Cielo como su morada, sin embargo pecaron y quedaron pendientes de juicio por su pecado. Para los que leyeran las palabras de Judas por primera vez, estaba clara su línea de pensamiento, porque Henoc tenía mucho que decir acerca del destino de aquellos ángeles caídos. Así es que Judas estaba hablando a su pueblo en términos que podían entender muy bien, y les estaba diciendo que, si el orgullo y la concupiscencia trajeron la ruina a los ángeles a pesar de todos sus privilegios, podían arruinarlos a ellos también. Aquellos malvados dentro de la Iglesia eran suficientemente orgullosos para creer que sabían más de lo que la Iglesia enseñaba, y eran lo suficientemente codiciosos para pervertir la gracia de Dios convirtiéndola en una licencia para su inmoralidad. Sea cual fuera el trasfondo antiguo de sus palabras, la advertencia de Judas sigue siendo válida. El orgullo que cree saber más que Dios, y el deseo de cosas prohibidas, son el camino de la ruina en el tiempo y en la eternidad.

Sodoma y Gomorra

El tercer ejemplo que escogió Judas es la destrucción de Sodoma y Gomorra. Famosas por sus pecados, estas ciudades fueron obliteradas por el fuego de Dios. En su Geografaá histórica de la Tierra Santa, George Adam Smith señala que ningún otro incidente de la Historia hizo un impacto comparable en la memoria del pueblo judío, y que Sodoma y Gomorra se usan una y otra vez en la Escritura como ejemplos par excellence del pecado humano y del juicio divino; así los citó también el mismo Jesús (Deuteronomio 29:23; 32:32; Amós 4:11; Isaías 1:9; 3:9; 13:19; Jeremías 23:14; 49:18; 50:40; Sofonías 2:9; Lamentaciones 4:6; Ezequiel 16:46, 49, 53, 55; Mateo 10:15; 11:24; Lucas 10:12; 17:29; Romanos 9:29; 2 Pedro 2:6; Apocalipsis 11:8). « El reflejo de Sodoma y Gomorra se extiende por toda la historia de la Escritura.»

La historia de la corrupción a ultranza de Sodoma y Gomorra se nos cuenta en Génesis 19:1-11, y el trágico relato de su destrucción en el pasaje inmediatamente posterior (Génesis 19:12-28). El pecado de Sodoma es uno de los relatos más terribles de la Historia. Ryle lo llamó « un incidente repulsivo.» El verdadero horror del incidente está velado ligeramente en la versión Reina-Valera mediante un giro típicamente hebreo. A Lot le habían llegado dos visitantes angélicos. Ante la insistencia de Lot, entraron en su casa para ser sus huéspedes. Cuando estaban allí, los habitantes de Sodoma cercaron la casa exigiéndole a Lot que sacara a sus visitante para conocerlos. En hebreo, conocer puede querer decir también tener relación sexual. Se dice, por ejemplo, que Adán conoció a su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín (Génesis 4:1). Lo que los habitantes de Sodoma se proponían era tener relación homosexual con los dos visitantes de Lot -Sodomía, es la palabra que designa tradicionalmente este pecado, y sodomitas a los que lo cometen.

Fue después de esto cuando fueron obliteradas de la faz de la tierra. Las ciudades vecinas eran Zoar, Adma y Zeboim (Deuteronomio 29:23; Oseas 11:8). Este desastre se localizó en el terrible desierto de la región del mar Muerto, una región que George Adam Smith llama «esa hondonada terrible, esa parcela de las regiones infernales salida a la superficie, ese averno agostado por el sol.» Fue allí donde se decía que habían estado las ciudades; y se decía que bajo ese suelo calcinado y estéril seguía ardiendo un fuego eterno de destrucción. El suelo es bituminoso a causa del petróleo de debajo, y George Adam Smith supone que lo que sucedió fue que «en este suelo bituminoso tuvo lugar una de esas terribles explosiones y conflagraciones que se han producido en la geología similar de Norteamérica. En tales suelos se forman depósitos subterráneos de petróleo y de gas, liberados repentinamente por su propia presión o por un terremoto. El gas explota, elevando en el aire masas de petróleo que vuelven a caer como lluvia de fuego, y son tan inextinguibles que siguen ardiendo flotando sobre el agua.» Fue tal vez por una erupción de fuego así como fueron destruidas Sodoma y Gomorra. Ese terrible desierto estaba sólo a un día de camino de Jerusalén, y los judíos nunca olvidaron este juicio divino sobre el pecado.

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