“Tú, teniendo 15 años, y en la semana en que nos casamos, me rogaste, por favor, que fuera indulgente ante tu juventud y perdonara el que no supieras atenderme bien, hasta que hubieras aprendido más, y prometiste poner el mayor cuidado y diligencia… pidiéndome humildemente, en nuestro lecho, que, por el amor de Dios no te corrigiera delante de extraños o de parientes, sino que lo hiciera todas las noches o día a día en nuestra alcoba, mostrándote las cosas impropias o tontas hechas en el día pasado, y castigándote, si lo deseaba, luego no dejarías de enmendarte, de acuerdo con mis enseñanzas y correcciones, y harías todo lo posible por obedecer mi voluntad… y como estas dos cosas, salvar tu alma y alegrar a tu marido, son las más importantes, las he colocado en primer término.”
Conceptos equivocados d e la mujer Juan Luis Vives en 1528 en «Instrucción de la mujer cristiana» decía: «Que en el amor de la esposa debe haber gran obediencia y acatamiento al marido pues él ocupa el puesto de Dios en la tierra.»
Fray Luis León en 1583 en «La Perfecta casada» decía: «No las dotó Dios del ingenio que piden los negocios mayores ni de fuerza… mídanse con lo que son y conténtense con lo que es su suerte, y entiendan en su casa y anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola.»
El escritor Honore de Balzac en 1829 decía: «El destino de la mujer y su única gloria es hacer latir el corazón de los hombres. La mujer es una propiedad que se adquiere por contrato; un bien mueble, porque la posesión vale por un título; en fin, hablando propiamente, la mujer no es más que un anexo del hombre.»