Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, calentándose al fuego, para ver el fin. Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban y decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Nosotros le hemos oído decir: Puedo derribar el templo de Dios, hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano. Pero ni aun así concordaban en el testimonio. Y levantándose el sumo sacerdote, en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas Jesús callaba y nada respondía. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, le condenaron, declarándole ser digno de muerte. ¡Es reo de muerte! Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó. Mateo 26: 57-68; Marcos 14: 53-65
El proceso de Jesús no resulta fácil de seguir. Parece haberse desarrollado en tres partes. La primera parte tuvo lugar después del arresto en el huerto, durante la noche y en la casa del sumo sacerdote, y se describe en esta sección. La segunda parte tuvo lugar de madrugada, y se describe brevemente en Mateo 27:1-2. La tercera parte tuvo lugar ante Pilato, y se describe en Mateo 27:11-26. La pregunta que queda pendiente es la siguiente: ¿Fue la reunión de la noche una reunión del sanedrín, convocada apresuradamente, o fue meramente un interrogatorio preliminar a fin de formular una acusación, y la reunión de la madrugada fue la reunión oficial del sanedrín?
Comoquiera que se conteste esa pregunta, los judíos violaron sus propias leyes en el juicio de Jesús; pero si la reunión de la noche fue una reunión del sanedrín, la violación fue aún más flagrante. En conjunto, parece que Mateo consideró la reunión nocturna la del sanedrín, porque en el versículo 59 dice que todo el sanedrín buscaba un falso testimonio para condenar a muerte a Jesús.
Veamos primero este proceso desde el punto de vista judío.
El sanedrín era el tribunal supremo de los judíos. Lo componían escribas, fariseos, saduceos y ancianos del pueblo; en total, setenta y un miembros; y lo presidía el sumo sacerdote. Para un juicio como este, el quorum era de veintitrés. Había ciertas reglas. Todos los casos criminales tenían que juzgarse durante el día, y que terminarse durante el día. Los casos criminales no se podían juzgar durante la Pascua de ninguna manera. Solamente si el veredicto era «No culpable» podía un caso terminarse el mismo día que se había empezado; de otra manera, había que dejar pasar una noche antes de pronunciar el veredicto, para dar tiempo a que surgieran sentimientos de misericordia.
Además, ninguna decisión del sanedrín era válida a menos que se reuniera en su sede oficial, el salón de la Piedra Tallada, en el recinto del templo. Toda evidencia tenía que probarse por dos testigos examinados separadamente, y que no tuvieran ninguna relación entre sí. Y el falso testimonio se castigaba con la muerte. La seriedad de la ocasión se le hacía sentir al testigo en los casos en que una vida estaba en litigio: « No olvides, oh testigo, que una cosa es dar evidencia en un caso de dinero, y otra en un juicio por la vida. En un caso de dinero, si el que da testimonio lo hiciera falsamente, el dinero puede compensar el error; pero en este caso, por una vida, si tú pecas, la sangre del acusado y la de su simiente hasta el fin de los tiempos se te imputará a ti.» Todavía más, en cualquier juicio el proceso empezaba poniendo delante del tribunal toda la evidencia a favor de la inocencia del acusado, antes. de presentar la evidencia en su contra.