Amós 6: La destrucción de Israel

El alto precio del pecado

Los versículos 6:9-11 describen una epidemia universal que va a acompañar el sitio de la ciudad. Debido a la situación militar los habitantes no tendrán otro recurso que el de sacar los cadáveres y quemarlos en la plaza pública. En voz baja, uno que tiene esta tarea tan desagradable, probablemente un pariente de los muertos, pregunta a un sobreviviente si hay más cadáveres adentro. Demostrando sus creencias supersticiosas y temiendo que este va a decir: “¡No, gracias a Jehová!”, le acorta la conversación porque teme que aun la mención del nombre personal de Dios podría causar más maldición sobre la ciudad. Reconoce que todo ha ocurrido como juicio bien merecido de Dios, y cosas aun peores les pueden pasar.

Se ve que además de la guerra esperan un terremoto como otro aspecto del juicio final sobre Samaria. Todo será destruido, tanto las casas mayores como las menores. Al comenzar este párrafo en el versículo 8 se indica el orgullo de los dirigentes, orgullo basado en los palacios que ellos han construido con el sudor de los pobres. Dios expresa su rechazo total de tal soberbia y el orgullo en la magnificencia de sus palacios. En su lugar, solamente quedarán escombros y ruinas.

En aquella época los caballos no llevaban herraduras cuando eran dedicados al trabajo en el campo; por eso ningún agricultor abusaría de sus animales de trabajo de esta manera. Sin embargo, los ricos eran tan crueles que trataban a sus empleados de una manera infrahumana. El comportamiento de estos “nuevos ricos” había tornado la justicia y el derecho en una bebida amarga y hasta venenosa.

Es más, se jactaban de haber adquirido el “poder” con su propia fuerza. Aún hoy día hay algunas personas que dicen con orgullo: “Nadie jamás me ha dado nada; todo lo que tengo lo he ganado con estas dos manos”. No se les ocurre siquiera pensar que Dios les está dando vida en el momento preciso que hacen su afirmación de orgullo. Frente a tal egoísmo, la única opción que le queda a Dios es quitarles todo.

Israel se jactaba de haber colocado sus fronteras de nuevo en los límites establecidos por David. Jeroboam II había podido recuperar el territorio que Israel había perdido anteriormente al este del Jordán. Amós muestra su conocimiento de las ciudades que habían sido conquistadas por Israel, y las menciona para mostrar con sarcasmo la futilidad del orgullo de este logro. (Esta frase es traducida “Vosotros, que os alegráis por nada…” en la RVR-1995.) Lodebar significa “poca cosa” y Carnaím que significa “cuernos” es una metáfora para fuerza. ¡Los líderes de Israel celebran lo que es poca cosa y piensan que por su fuerza han conquistado un territorio importante!

Con profunda tristeza Amós les anuncia que una nación poderosa va a quitarles todo desde el norte, Lebohamat, hasta el sur, el arroyo del Arabá. Con esta nota solemne se terminan los sermones de Amós. Muchos investigadores piensan que el capítulo seis contiene el último sermón que Amós predicó en su corto ministerio.

La justicia

El concepto hebreo de la justicia significa igualdad de condiciones, porque el hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, jamás deben ser tratados como objetos, sino siempre como personas. Justicia en el Antiguo Testamento implica un profundo respeto para cada persona y sus derechos.

En el Antiguo Testamento se combinan los conceptos de justicia y rectitud como atributos de Dios, atributos que él esperaba que los reyes y los líderes políticos implementaran, normas que promoverían estos mismos atributos en la sociedad.

Los profetas condenaron las acciones de los reyes y líderes que no actuaban con justicia, que no promovían la justicia entre el pueblo, ni guardaban la ley.

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