Amós sabe que no, y por eso menciona tres ciudades que van a ser conquistadas muy pronto por Asiria, como ilustración de la suerte que espera a Samaria y probablemente a Jerusalén. Calne y Hamat eran dos ciudades ubicadas a unos 180 km al norte de Damasco; la una cayó en el año 738 y la otra en el 720 a. de J.C. Gat, una de las cinco ciudades filisteas, cayó en el 711. Las fechas no son tan importantes como el hecho de que ninguna de la tres pudo resistir las fuerzas armadas de Asiria. En 6:3 se describe a los samaritanos tan seguros en su ciudad fortaleza que ni siquiera imaginaban que un día de calamidad se les acercaba. Sin embargo, su injusticia e irresponsabilidad “atraen el imperio de la violencia” (DHH), como el imán atrae al hierro. El poseer mucho dinero siempre da una sensación falsa de seguridad. Es fácil decir: “esto no va a pasar aquí” o “nunca he sufrido un accidente de tránsito; no voy a preocuparme con estas cosas”.
El versículo 6 describe la falta total de compasión de los ricos hacia los pobres con sus cargas tan pesadas. Amós no pudo ocultar su enojo al ver a los que tomaban vino en grandes copas mientras sus compatriotas morían de hambre frente a las puertas de sus palacios.
Los versículos 4-6 son una descripción gráfica de la vida lujosa de la alta sociedad de Jerusalén y Samaria. A la gente de esta clase no les importaba nada de lo que pasaba en las familias de sus vecinos y hasta sus propios familiares; podían ser afectados por alguna enfermedad grave, por fracasos en el matrimonio, por la rebeldía de sus hijos o por la quiebra en sus negocios. Esta clase de gente vivía su vida de una manera egoísta, sin preocuparse por nadie, excepto por ellos mismos. No solamente los pobres sufren; debemos tener ojos y oídos abiertos y corazones llenos de compasión para todos, si en verdad somos cristianos.
El único futuro que Amós puede ver para una sociedad tan corrompida es que sus líderes irán a la cabeza del triste desfile de cautivos marchando a un lugar desconocido de cautiverio (versículo 7). Empleando lenguaje fuerte el profeta dice que el mismo Dios ha jurado la destrucción de un pueblo tan ciego al sufrimiento de sus prójimos. En lugar de defender a Samaria Dios va a entregar al enemigo la ciudad y a todos los que viven en ella. La clase dominante no va a disfrutar de los tesoros robados a los pobres y a los desvalidos.
La ropa
En los tiempos de Amós no era fácil adquirir aun la ropa básica porque era muy costosa. Los pobres solamente tenían la ropa que llevaban puesta. De manera que cuando Amós menciona que se podría comprar a una persona por el precio de un par de zapatos hablaba de algo que podría ser una realidad.
La túnica era la ropa básica que usaban tanto el hombre como la mujer. La de la mujer era más larga, llegaba a los tobillos, mientras la del hombre llegaba a las rodillas. Se la tejía de lana o lino en forma de un saco en el cual se cortaban agujeros para la cabeza y los brazos. Tanto el hombre como la mujer usaban una fajita para atarla a la cintura. A veces tenía un bolsillo para llevar el dinero u otras posesiones personales. En la noche se desataban la fajita y dormían con la túnica puesta.
La ropa era tan valiosa para la persona y la familia que se preparaba una lista de ropa que podría ser rescatada el sábado. En la ley se proveía protección para el pobre que había tenido que pedir un préstamo, dejando su manto en prenda. En estos casos se tenía que devolver la túnica antes de la puesta del sol porque de otra forma, ¿Con qué más ha de dormir? A Dios le interesa lo que podríamos llamar “cosas insignificantes”, pero en realidad son las necesidades básicas de la vida.