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Amós 2: Sentencia contra Judá por abandonar a Dios

Contra Moab por profanación de tumbas

Este pueblo también provenía de los hijos de una hija de Lot. La profanación de tumbas, una gran falta de respeto por los muertos, era un pecado muy grave para los hebreos puesto que el hombre es creado a la imagen y semejanza de Dios. Aun los más paganos sabían que el respeto por los muertos era una costumbre universal. Doscientos cincuenta años antes de la época de Amós, los hombres de JabesGalaad hicieron un esfuerzo heroico para rescatar los cadáveres de Saúl y de sus hijos del muro de Betseán y darles una sepultura digna de jefes de estado.

Así la descripción de los pecados de los seis pueblos que rodearon a Israel representan un cuadro terrible de la pasión humana sin freno que todavía se manifiesta en guerras, matanzas, esclavitud, genocidio, la violación de mujeres y otros crímenes que demuestran la crueldad del ser humano contra otros de su misma especie.

Los profetas, críticos de la sociedad

¿Cómo es que los israelitas pudieron cometer pecados tan terribles como los que describen los profetas y seguir pensando que eran buenos creyentes, sirviendo a Dios, guardando la ley, cumpliendo las normas éticas de Dios y los diez mandamientos? ¿Cómo es que hoy en día podemos vivir sin preocuparnos por los que viven, o más bien, existen y mueren en la peor pobreza? ¿Cómo es que no nos damos cuenta de nuestra culpa?

“Cuando los profetas acusan a Israel de idolatría, no se refieren solamente a la adoración de ídolos, sino también a la adivinización del poder y la riqueza…. El cuadro queda claro. La gente, el mismo pueblo de Dios, cree que anda bien, pero los profetas, aplicando las normas éticas de los diez mandamientos a la nueva situación, se dan cuenta de que los mismos ‘creyentes’ son culpables de idolatría, homicidio y robo que cometen por medio de sus decisiones económicas y políticas” (Marvin Breneman, “Los profetas, la justicia y la misión”, Misión 11, diciembre de 1984, p. 142.)

Sentencia contra Judá por abandonar la enseñanza clara de Dios

Puesto que Jerusalén era la ciudad del santuario, lugar escogido por Dios mismo, su más grave pecado era despreciar la ley de Dios (torah). Los sacerdotes del templo tenían la misión especial de enseñar las ordenanzas religiosas y morales al pueblo.

Amós dice que sus compatriotas no habían aprendido nada durante los 200 años que el templo había existido; todavía andaban en pos de los ídolos de Canaán que no eran más que mentiras. El pecado de Judá era desobediencia abierta a la enseñanza religiosa y moral que había recibido desde los días de Moisés. La palabra torah procede de un verbo que significa “extender, trazar, instruir”. Estas enseñanzas de Dios se les había dado para ayudarles a organizar sus vidas, y para que supieran distinguir entre lo bueno y lo malo. Les ofrecía un “plan” alrededor del cual pudieran organizar sus vidas. Obedecer la ley no era una carga sino una bendición, porque eliminaba toda duda en cuanto a lo que era bueno o malo.

Aunque algunos eruditos ponen en tela de juicio la autenticidad de este oráculo, no es lógico que Amós hablara solamente de los pecados del norte e hiciera caso omiso del pecado de Judá. El pecado de éstos no se cometió en ignorancia sino con pleno conocimiento de la ley de Jehová.

Sin duda alguna los oyentes de Amós hubieran estado muy de acuerdo con estos oráculos, porque todos los antes mencionados eran enemigos de Israel. Seguramente pensaban: “¡Su castigo es bien merecido!” Pero Amós está a punto de traer el juicio contra ellos mismos. Es un mensaje que no quisieran oír.

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