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Apocalipsis 5: El libro de Dios acerca del destino

(v) Suyo es el honor. Se acerca el día en que a Él se doblará toda rodilla, y toda lengua Le confesará Señor (Filipenses 2:11). Hasta los que no son cristianos honran a menudo a Cristo admitiendo que está en Su enseñanza la única esperanza para este mundo desquiciado.

(vi) Suya es la gloria. Como dice Juan: «Nosotros vimos Su gloria, la gloria que recibe de Su Padre un Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14). La gloria es algo que Le pertenece a Dios por derecho exclusivo. Decir que Jesucristo posee la gloria es decir que es divino.

(vii) Suya es la bendición. Aquí llegamos al clímax inevitable de todo lo anterior. Jesucristo posee todas estas cosas, y usa cada una de ellas para servir a la humanidad por la que vivió y murió cuando Se encarnó; no se las reserva para Sí.

Por tanto, surge hacia Él de todos los redimidos un himno de acción de gracias por todo lo que ha hecho. Esa acción de gracias es lo único que Le podemos dar nosotros.

El himno de toda la creación

Y oí decir a todas las criaturas de la creación que estaban en el Cielo y sobre la Tierra y debajo de la Tierra y en el mar y todas las cosas que hay en ellos: – ¡La bendición y el honor y la gloria y el dominio sean para siempre jamás para el Que está sentado en el trono y para el Cordero!

Y los cuatro seres vivientes dijeron: «¡Amén!» Y los ancianos se postraron y adoraron.

Ahora el coro de alabanza llega tan lejos que ya no puede llegar más, porque alcanza a todo el universo y a la totalidad de la creación. Hay un himno universal de alabanza al Cordero. Notemos una cosa muy significativa: en este coro de alabanza Dios y el Cordero están juntos. No se podía mostrar mejor la altura de la concepción que tiene Juan de Jesucristo. En la alabanza de la creación Le asocia con el mismo Dios.

En el mismo himno debemos notar dos cosas. Las criaturas que están en el Cielo aportan su alabanza. ¿Quiénes son? Se han propuesto varias respuestas, todas encantadoras a su manera. Se ha sugerido que se hace referencia a las aves del aire; el mismo canto de las aves es un himno de alabanza. Se ha sugerido que se refiere al Sol, la Luna y las estrellas; los cuerpos celestes alaban a Dios con su fulgor. Se ha sugerido que la frase reúne a todos los seres que están en el Cielo: los seres vivientes, los ancianos, las miríadas de ángeles y todos los otros seres celestiales.

Las criaturas que están debajo de la Tierra aportan su alabanza. Eso no puede querer decir nada más que los muertos que están en el Hades, y aquí tenemos algo totalmente nuevo. En el Antiguo Testamento se expresa repetidamente que los muertos están totalmente separados de Dios y de los hombres, y llevan una existencia sombría. « En la muerte no hay memoria de Ti; en el seol, ¿quién Te alabará?» (Salmo 6: S). «¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará Tu verdad?» (Salmo 30:9). «¿Manifestarás Tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán las sombras para alabarte? ¿Será proclamada en el sepulcro Tu misericordia, o Tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas Tus maravillas, o tu ayuda salvífica en la tierra del olvido?» (Salmo 88:10-12). «Pues el seol no Te exaltará, ni Te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán en Tu verdad» (Isaías 38:18).

Esta visión barre todo eso. Ni siquiera la tierra de los muertos está excluida del Reino del Cristo Resucitado. Hasta más allá de la muerte se Le eleva el coro de alabanza.

El cuadro que se nos presenta incluye a toda la Naturaleza alabando a Dios. Hay en la Escritura muchos ejemplos magníficos de salmos e himnos en los que se presenta a toda la creación alabando a Dios, como el Salmo 148. Pero aún contiene mejor todo el mensaje del Nuevo Testamento y de este pasaje del Apocalipsis el conocido himno evangélico: Venid, nuestras voces alegres unamos al coro celeste del trono alredor! Sus voces se cuentan por miles de miles, mas todas son una en su gozo y su amor. «¡Es digno el Cordero Que ha muerto proclamande verse exaltado en los Cielos así!» «¡Es digno el Cordero -decimos nosotrospues Él por nosotros Su vida dio aquí. »

A Ti, que eres digno, se den en los Cielos poderes divinos y gloria y honor, y más bendiciones que darte podemos se eleven por siempre a Tu trono, Señor.

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