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Apocalipsis 5: El libro de Dios acerca del destino

(iii) Toda esta concepción de los intermediarios surge de una línea de pensamiento que ya hemos encontrado antes. Con el paso de los siglos, los judíos se fueron sintiendo más y más abrumados con la idea de la trascendencia de Dios, de Su esencial otridad. Empezaron a creer que no podía haber ningún contacto directo entre Dios y la persona humana, y que tenía que haber intermediarios angélicos para salvar la sima. Ese es precisamente el sentimiento que Jesucristo vino a desterrar; Él vino para decirnos que Dios «está más cerca de nosotros que nuestro aliento, más cerca que las manos o los pies;» y para ser el camino vivo por el que todas las personas, por humildes que sean, tienen acceso directo a Dios.

El himno nuevo

El himno que cantaron los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos era un himno nuevo. La frase un cántico nuevo aparece con frecuencia en los Salmos; y hay siempre un cántico nuevo para las misericordias nuevas de Dios. «Cantadle cántico nuevo,» dice el salmista (Salmo 33:3). Dios sacó al salmista del pozo de la desesperación y del lodo cenagoso, y puso en su boca un cántico nuevo de alabanza a Dios (Salmo 40: 3). «Cantad al Señor cántico nuevo, porque ha hecho maravillas» (Salmo 98:1; cp. 96:1). «A Ti, oh Dios, cantaré un cántico nuevo» (Salmo 144:9). «Cantad al Señor un cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de los santos» (Salmo 149:1). El paralelo más próximo en el Antiguo Testamento se encuentra en Isaías.

Allí Dios anuncia cosas nuevas, y el profeta llama a las personas a cantar al Señor un nuevo cántico (Isaías 42:9s).

Un himno nuevo siempre tiene por tema las nuevas misericordias de Dios; y el más noble será el que cante las misericordias de Dios en Jesucristo.

Una de las características del Apocalipsis es que es un libro acerca de cosas nuevas. Hay un nombre nuevo (2:17; 3:12); una nueva Jerusalén (3:12; 21:2); un cántico nuevo (5:9; 14:3); Nuevos cielos y nueva tierra (21:1); y la gran promesa de que Dios hace todas las cosas nuevas (21:5).

Hay aquí algo muy significativo. En griego hay dos palabras para nuevo: néos, que quiere decir nuevo en cuanto al tiempo, y kainós, que quiere decir nuevo en cuanto a la calidad.

Lo significativo acerca de esto es que Jesucristo trae a la vida una cualidad que no había existido nunca, un gozo nuevo, una emoción nueva, nueva fuerza y nueva paz. Por eso es por lo que la vida cristiana es una vida resplandeciente. Se ha dicho que «lo contrario del mundo cristiano es un mundo que se ha vuelto viejo y triste.»

El himno de los seres vivientes y de los ancianos

Empecemos por recordar el himno: ¡Tú mereces tomar el rollo y abrir sus sellos, porque fuiste inmolado, y así, al precio de Tu sangre vital, nos compraste para Dios a los de toda tribu y lengua y pueblo y raza, y nos hiciste un Reino de sacerdotes para nuestro Dios que reinaremos sobre la Tierra!

Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos alaban al Cordero porque murió. En este himno se resumen los resultados de la muerte de Jesucristo.

(i) Fue una muerte sacrificial; es decir: con un propósito. No fue un accidente de la Historia; ni tampoco la muerte trágica de un hombre bueno y heroico por causa de la justicia y de Dios; fue una muerte sacrificial. La finalidad del sacrificio era restaurar la relación perdida entre Dios y el hombre; y fue con ese propósito, y con ese resultado, como murió Jesucristo.

(ii) La muerte de Jesucristo fue emancipadora. El Nuevo Testamento está lleno de principio a fin de la idea de la liberación de la humanidad que Él logró. Jesucristo dio Su vida en rescate (lytron) por muchos (Marcos 10:45). Él Se dio a Sí mismo en rescate (antílytron) por todos (1 Timoteo 2:6). Él nos redimió -literalmente, nos compró fuera de (exagorázein)de la maldición de la Ley (Gálatas 3:13). Somos redimidos (lytrústhai) no por dinero humano sino por la sangre preciosa de Jesucristo (1 Pedro 1:19). Jesucristo es el Señor Que nos compró (agorázein) (2 Pedro 2:1). Hemos sido comprados por precio (agorázein) (1 Corintios 6:20; 7:23). El Nuevo Testamento declara consecuentemente que costó la muerte de Jesucristo el rescatar a la humanidad del dilema y la esclavitud en que la había sumido el pecado. El Nuevo Testamento no tiene una teoría «oficial» sobre cómo se llevó a cabo ese efecto; pero no deja la menor duda de que se llevó a efecto.

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