Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. Mateo 27; 15-26; Marcos 15; 6-15; Lucas 23: 13-25; Juan 18; 38–19.16 Lucas 23: 6-12
Jesús sentenciado a muerte
Al discutir este pasaje resulta imperativo volver a tratar temas ya ampliamente discutidos. No se trata de una repetición accidental o viciosa, simplemente males necesarios.
Habiendo, pues, Pilato, convocado a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo: Vosotros me habéis presentado este hombre como alborotador del pueblo, y he aquí que habiéndole yo interrogado en presencia vuestra, ningún delito he hallado en Él, de los que le acusáis. Pero tampoco Herodes; puesto que lo remití a él, y por el hecho se ve que no le juzgo digno de muerte. Por tanto, después de castigado le dejaré libre.
Acostumbraba el gobernador conceder por razón de la fiesta de la Pascua, la libertad de un reo, a elección del pueblo. Y teniendo a la sazón en la cárcel a uno muy famoso, llamado Barrabás, el cual estaba preso con otros sediciosos, por haber en cierto motín cometido un homicidio. Pues como el pueblo acudiese a esta sazón a pedirle el indulto que siempre les otorgaba, pregunto Pilato a los que habían concurrido, con deseo de libertar a Jesús: «A quien queréis que os suelte, a Barrabas, o a Jesús, que es llamado el Cristo, o Mesías?, porque sabía bien que se lo habían entregado los príncipes de los sacerdotes por envidia.
Y estando Pilato sentado en su tribunal, le envió a decir su mujer: No te mezcles en las cosas de ese justo, porque son muchas las congojas que hoy he padecido en sueños por su causa.
Entretanto, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos indujeron al pueblo a que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Así es que preguntándoles el gobernador otra vez, y diciendo: ¿A quién de los dos queréis que os suelte?, respondieron ellos: A Barrabás. Les replica Pilato: Pues ¿qué queréis que haga del Rey de los Judíos Jesús, llamado el Cristo?
Dijeron todos: ¡Sea crucificado! Y dijo el gobernador: Pero ¿qué mal ha hecho? Yo no hallo en el delito alguno de muerte; así que, después de castigarle, le daré por libre. Mas ellos comenzaron a gritar con mas fuerza, diciendo: ¡Sea crucificado!