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Introducción al libro de Levítico

El libro de Levítico es el tercero atribuido a Moisés en el Antiguo Testamento. En 1.1, el texto se refiere a la palabra del Señor que fue dada a Moisés en el tabernáculo de reunión; ello constituye la base de todo este libro. Los sacerdotes y levitas han preservado su contenido.

Los especialistas han fechado el libro de Levítico entre la época que vivió Moisés (según algunos en el siglo XV a.C., y para otros en una etapa más tardía: el siglo XII a.C.) y la época de Esdras (siglo VI a.C.). Si se acepta la autoría de Moisés, la redacción de Levítico se remontaría al año 1445 a.C. aproximadamente. El libro, que contiene poca información histórica útil para determinar la fecha exacta de su composición, describe el sistema de sacrificios y adoración que precedió a la época de Esdras y relata cómo se instituyó.

La teología del libro de Levítico vincula la santidad con la vida cotidiana. Va más allá de la cuestión del sacrificio, y trata el tema de la adoración; asimismo, explica el trabajo de los sacerdotes detalladamente. El concepto de santidad afecta no solamente las relaciones que cada individuo sostiene con Dios, sino también las relaciones de amor y respeto que cada persona debe mantener con su prójimo. El código de santidad permea la obra porque cada uno debe ser puro como lo es el mismo Dios, y debido a que la pureza de las personas constituye el fundamento de la santidad de toda la comunidad del pacto. La enseñanza de Jesucristo: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas» (Mt 7.12), refleja el texto de Levítico 19.18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Levítico recibió el nombre hebreo de Vayikra, que significa «Y Él llamó». El título está tomado de la primera frase del libro, forma como antiguamente se ponía título a las obras. El título moderno de «Levítico» deriva de la traducción griega de la obra y significa: «Cuestiones concernientes a los levitas». El título puede inducir a confusión porque el libro trata muchos otros temas relativos a la pureza, la santidad, el sacerdocio, la santidad de Dios y del creyente en la vida cotidiana. La palabra «santo» aparece más de ochenta veces en Levítico.

A veces Levítico ha sido considerado una obra difícil de entender; sin embargo, de acuerdo con la primitiva tradición, la educación del niño judío comenzaba con las enseñanzas de este libro. Trata del carácter y la voluntad de Dios, especialmente sobre el tema de la santidad, la cual era considerada por los judíos como algo de primordial importancia. Ellos pensaban que antes de pasar a otros textos bíblicos, los niños debían ser educados en cuanto a la santidad de Dios y en la responsabilidad que cada individuo tenía de vivir una vida santa. Santidad (en hebreo kedushah) es una palabra clave en Levítico, y describe el carácter de la divina presencia. La santidad significa ser apartado de lo profano, y es lo contrario a lo común o secular.

Otro tema importante en el libro de Levítico es el sistema sacrificial. La ofrenda de holocausto (en hebreo olah) alude al único sacrificio que se consume enteramente ante el altar, por lo que a veces es llamada la ofrenda del todo quemada. La oblación, u ofrenda de flor de harina (en hebreo minchah), se presenta como tributo para asegurarse o mantener el favor divino, e indica que los frutos del trabajo de una persona deben dedicarse a Dios. La ofrenda de paz (en hebreo shelamin) está destinada a proveer expiación y permite que quien la ofrece coma la carne del sacrificio. A veces se presentaba en alguna ocasión festiva. La ofrenda por el pecado (en hebreo chattaÕt) se emplea para purificar el santuario. La ofrenda por la culpa (en hebreo asham), también llamada ofrenda de restitución, se presenta a causa de la violación de la santidad de la propiedad de Dios o de otra persona: A menudo la violación es por jurar en falso. Cuando algo profana la santidad de Dios, se requiere una ofrenda de desagravio.

Además de los sacrificios, el calendario litúrgico ocupa un lugar destacado en el libro de Levítico. El año de reposo está dedicado a conmemorar la emancipación de la esclavitud en Egipto, de la gente endeudada, así como a la redención de la tierra (véanse también Éx 21.2–6; 23.10, 11; Dt 15.1–11, 12–18). El año del jubileo recuerda el hecho de que la tierra de Israel, así como su pueblo, pertenecen a Dios y no a individuo alguno. Por lo tanto, la tierra debe descansar tras cada período de cuarenta y nueve años (Lv 25.8–17), lo cual confirma a Dios como su propietario. La santidad de Dios y de su carácter permea todo el libro de Levítico; así como la necesidad de que la congregación se acerque a Él con mente y corazón puros.

El libro de Levítico puede ser aplicado sabiamente, en lo colectivo y lo personal, a la vida de la Iglesia contemporánea. La santidad de Dios, y su gran deseo de mantener un estrecho compañerismo con su pueblo, se evidencia con claridad en las descripciones del sistema de sacrificios. La santidad, el ser apartados para una vida de compañerismo con Dios, era la cuestión central para el pueblo del antiguo Israel, como lo es para el pueblo de Dios en nuestros días.

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