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2 de Samuel 24: David conduce un censo

2 de Samuel 24:15 Y el Señor envió pestilencia sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y desde Dan hasta Beerseba murieron setenta mil hombres del pueblo.

2 de Samuel 24:16 Cuando el ángel extendió su mano hacia Jerusalén para destruirla, el Señor se arrepintió del mal, y dijo al ángel que destruía al pueblo: ¡Basta! ¡Detén ahora tu mano! Y el ángel del Señor estaba junto a la era de Arauna jebuseo.

2 de Samuel 24:17 Entonces David habló al Señor, cuando vio al ángel que hería al pueblo, y dijo: He aquí, yo soy el que ha pecado, y yo soy el que ha hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Te ruego que tu mano caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre.

Al ángel que destruía : Literalmente, «el ángel destructor»; una prueba adicional de la naturaleza sobrenatural de la plaga. Este ángel se hizo visible. Te ruego que tu mano se vuelva contra mí : El verdadero penitente siempre está dispuesto a asumir responsabilidad por las consecuencias de su pecado. Ello contrasta con la actitud de Saúl, quien siempre tenía lista una disculpa.

2 de Samuel 24:18 Y Gad vino a David aquel día y le dijo: Sube, edifica un altar al Señor en la era de Arauna jebuseo.

Muchos creen que este piso para trillar es el lugar donde por poco mata Abraham a su hijo Isaac. Después de la muerte de David, Salomón construyó el templo en este punto. Muchos siglos después, Jesús enseñaría y predicaría allí.

La era de Arauna : Estaba en el monte Moriah, donde Abraham ofreció a Isaac en holocausto y se construyó el templo de Salomón.

2 de Samuel 24:19 David subió conforme a la palabra de Gad, tal como el Señor había ordenado.

2 de Samuel 24:20 Y Arauna miró y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él; y saliendo Arauna, se postró rostro en tierra delante del rey.

2 de Samuel 24:21 Entonces Arauna dijo: ¿Por qué ha venido mi Señor el rey a su siervo? Y David respondió: A comprarte la era para edificar un altar al Señor a fin de detener la plaga del pueblo.

2 de Samuel 24:22 Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi Señor el rey lo que parezca bien a sus ojos. Mira, los bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para la leña.

2 de Samuel 24:23 Todo, oh rey, Arauna lo da al rey. Y Arauna dijo al rey: Que el Señor tu Dios te sea propicio.

2 de Samuel 24:24 Pero el rey dijo a Arauna: No, sino que ciertamente por precio te lo compraré, pues no ofreceré al Señor mi Dios holocausto que no me cueste nada. Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.

Dale a Dios lo mejor de ti , para que puedas esperar lo mejor de él, Semilla de Fe. David había pecado y, debido a esto, una plaga sobrecogió al pueblo. Para expiar su pecado, el Señor le dijo a David que construyera un altar en la era de Arauna, y que ofreciera un holocausto para que la plaga se detuviera. Arauna trató de regalarle el terreno, los bueyes y las otras cosas para el sacrificio, pero David insistió en pagarle, diciendo que no podía presentar una ofrenda a Dios que no le hubiese costado nada.

En el mismo centro de la fe está que tu ofrenda implique un sacrificio. Tu ofrenda no será una ofrenda viva a menos que te cueste algo, algo que represente una porción de tu vida misma. De no ser así, no producirá una buena cosecha. Nuestras ofrendas a Dios deben poseer las siguientes cualidades:

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