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2 de Reyes 6: Eliseo recupera el hacha hundida

En seguida fueron al rey de Israel para comunicarle la buena noticia, pero este sospechaba una emboscada de parte del enemigo. Luego, a sugerencia de un oficial, envió cinco hombres a caballo para espiar el paradero de los sirios. La investigación confirmó el informe de los leprosos. El pueblo, al darse cuenta de la situación cambiada, se apresuró a salir, empeñado en saquear el campamento. De manera que se cumplió la palabra profética dos veces: se vendían los alimentos al precio barato predicho por el Señor, y el oficial que fue testigo de aquello no sobrevivió para beneficiarse de él, pues la gente lo atropelló en la entrada de la cuidad. Note que fueron los desechados de la sociedad los que llevaron la buena noticia del rescate; se castigó al incrédulo por su escepticismo; las multitudes que recibieron la buena noticia con fe, recibieron la rica bendición de una vida nueva inmediata; así se defiende el honor del profeta, porque el castigo seguro esperó al burlador.

Una vez más se recalca la impotencia del gobierno para resolver un problema agobiante, frente al poder divino que sí puede hacerlo. Por medio de su profeta y su palabra, Jehová dio la victoria. El cambio de fortuna de los pobres hambrientos no dependía de una revolución política, sino que se logró por medio de la guerra santa lidiada exclusivamente por el Señor. La gente pobre pisoteó a los opresores como resultado de la distribución de las bendiciones de Dios y de la falta de fe del oficial.

Este relato nos enseña cómo confrontar y sobrevivir a una hambruna. El hambre en las vidas de las personas varía, porque puede ser hambre, de alimento, de la palabra de Dios, de espíritu, de valor, de esperanza, de amistad, de paciencia o de justicia. Puede tocar todos los niveles de la sociedad; no existe solución en la política excepto cuando el poder de Dios logra compenetrarla. A veces el Estado considera al profeta de la palabra de Dios como un enemigo de manera que se tenga que buscar protección; impera, entonces, la necesidad de esperar en Jehová a que su ayuda llegue en el momento divino en la forma apropiada.

Dentro de la providencia de Señor su palabra de esperanza quiebra la desesperación y el hambre de los que no dudan; los que esperan en el Señor verán que Dios gobierna y resuelve situaciones imposibles para otros. Hay que esperar, hay que escuchar y creer las promesas de Dios que puedan ser cumplidas aun por la suerte de unos leprosos miserables; hay que confiar porque nuestro Dios presta atención a los pobres; utiliza a los despreciables para una renovación de un porvenir que está fuera del alcance de un gobernante lastimoso.

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